Cuentos viejos: ¿Qué tal tu mujer?

Personaje (PJ) suplanta a un segurata, adoptando su apariencia, y le sustituye tras el mostrador de entrada del edificio. Hay otro segurata que hace la ronda alrededor del edificio. En una de las rondas, al pasar por la puerta, el segurata saluda y pregunta, con toda su buena intención (y toda la mala del máster):

—¿Qué tal tu mujer?

Momento de pánico. Rápidamente, el personaje extiende las manos tras el mostrador y revisa si lleva anillo (recordemos que había copiado la apariencia del otro). El jugador lo escenifica perfectamente: cara de pánico, manos extendidas, risas generalizadas entre el resto del grupo. Bueno, no, risas, no (salvo del Fixer, que estaba de espectador). El resto del grupo estábamos en plan «¡Ay, Dios!».

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