La tempestad que se avecina — Robo de ganado

1618, estación del mar, semana de la ilusión, día del agua

La hazaña de los cuatro jóvenes les puso en boca de todos en el clan. Por eso, el siguiente día de mercado, Jarstak Barbaerizada abordó a Andarin sin rodeos:

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­—Planeo un robo de ganado para vengarnos de Espada Esmeralda y necesito a alguien que sepa manejar las vacas.

—¿Por qué yo?

—Eres tormaktinga, como yo, y querrás devolvérsela a los Espada Esmeralda.

—Eso significa que no se lo has contado al jefe Broddi. Vale, cuéntame tu plan.

Jarstak miró alrededor y adoptó un tono conspirador.

—El objetivo es Curva del Arroyo. Llegaremos por unos túneles secretos. No nos verán llegar. Pero las vacas no caben por los túneles, ahí entras tú.

Andarin lo miró sin pestañear, recordando la conversación con Kernalda. Iba a ser complicado que ese idiota descerebrado no los matase a todos. Le pasó el brazo por los hombros.

—Déjame los detalles. Tú sólo guíanos a la victoria.

*****

Podía decirle a Jarstak lo que quisiera, pero era un problema de difícil solución. El Arroyo los separaba de la tribu Dinacoli y del clan Espada Esmeralda. Era uno de los grandes ríos del Paso del Dragón. Incluso en su parte alta, era un obstáculo impresionante y más si venía crecido por las lluvias de primavera.

El vado más cercano era Vado Peligroso, del clan Dolutha de la tribu Cinsina. Las relaciones con sus vecinos nunca habían sido buenas. Negociar el paso del ganado con su jefe Ivar Pasoligero en una operación organizada a espaldas de Broddi no era algo a lo que Andarin quisiera enfrentarse. Y eso sin contar conque deberían cruzar las tierras dinacoli con el ganado robado y a pie.

Había que cruzar el río más cerca. Acudió a Voranga. La sacerdotisa de Heler, dios de la lluvia, la Hacedora de Lluvia de la tribu, era también quien hacía de intermediaria entre los ríos y el clan. Unos pastelillos de miel consiguieron su ayuda.

Siguiendo sus indicaciones, sacrificó una vaca a Krikans, diosa del Arroyo, para conseguir su ayuda. También hizo ofrendas a Wandle, la náyade del Heort. Como ésta estaba encaprichada con Andarin desde el asunto de los niños desaparecidos, fueron menos onerosas. Con Voranga fijó la noche de la operación, se lo comunicó a Jarstak, y ya sólo quedó esperar.

*****

Se reunieron todos en la casa de Josthral Tres Palos. Eran diez, todos jóvenes tormaktingas: Jarstak era el mayor. Iban también nuestros cuatro amigos: Dermast, el otro guerrero de la partida; Andarin, encargado del ganado, confiaba también en controlar a Jarstak; Saronil en labores de batidor y Lenna, que debía traerles vivos. Completaban la expedición Onelir, pastora, que ayudaría a Andarin; los cazadores, iniciados de Odayla, Desonil y Oronil y los granjeros Eoan y Fararl.

Con las últimas luces del ocaso, fueron a las bodegas que daban acceso a los túneles secretos del interior de la colina. Jarstak retiró los paneles y fardos que ocultaban el acceso y fueron entrando, uno a uno. Dermast paró a Andarin.

—¿Tienes pensado llevar a la niña contigo?

Andarin ni se volvió. Esperaba algo así desde que salieron de la casa.

—Mejor que venga con nosotros a que vaya sola y le ocurra algo.

Renedala salió de las sombras con una gran sonrisa y siguió los pasos del grupo.

*****

Giro del Arroyo era una aldea pequeña, poco mayor que el asentamiento de Granja de Tormakt, levantada a orillas de un meandro del río Arroyo. Estaba protegida por una empalizada, más pensada para mantener a raya a animales salvajes antes que a una fuerza incursora. Había un portón que daba hacia poniente, a espaldas del río, con una atalaya a un lado. Estaba abierto, con un pebetero encendido para iluminar la zona y un centinela mondando guardia. Otro hacía la ronda por dentro del recinto.

Sabían que el ganado lo guardaban en tres cercados con tenadas: el primero y más cercano a ellos era el más fácil de asaltar. El segundo estaba más lejos, tierra adentro. Y el tercero, al norte, estaba muy cerca de la aldea, pasando el camino de entrada.

Los cazadores hicieron una batida a los tres, comprobando que tenían ganado. Saronil, que se había llegado al del norte, también informó de los centinelas.

—El que nos interesa es ése —dijo Jarstak—. Es el que tendrá el mejor ganado, al ser el más cercano a la aldea.

—¡Es imposible pasar ese camino iluminado con el ganado sin que se den cuenta! —exclamó Saronil.

—El río está más cerca por el norte que por el sur. Sólo hay que sacar las vacas por detrás —repuso Jarstak.

—Podremos si la orilla lo permite y no sabemos cómo es —intervino Andarin—. Saronil, ¿podrías…?

—Voy, voy.

Decidieron también que Andarin y Onelir sacarían al ganado del corral más cercano, mientras que el resto se apostaría tras un seto, lo más cerca posible de la aldea. ¡Si lo hacían bien, podrían llevarse el ganado de dos corrales esa noche!

Pero, ¡ah, Eurmal el embaucador estaba de guardia esa noche!

Onelir saltó la cerca y se dirigió a la tenada cerrada, a comprobar si había ovejas. Una de las vacas se revolvió ante la intrusión y la embistió. La joven logró meterse en la tenada y cerrar la puerta, pero el cuerno resonó contra la madera como un gong en la quietud de la noche.

Sin embargo, los centinelas no repararon en eso: estaban más ocupados. Justo cuando Saronil volvía a cruzar, con mil cuidados, el camino, el segundo centinela llegaba a la puerta, cogía un leño y lo echaba al pebetero. Debía ser una rama resinosa, que provocó una llamarada y un montón de chispas… y dejó a Saronil expuesto.

Sin embargo, con las sombras de la noche y su poca estatura, lo confundieron con un chaval de alguna de las granjas cercanas, haciendo una prueba de valor, y lo llamaron para que se dejara de bromas y se acercara a la puerta.

Saronil no dudó: se bajó los calzones, haciéndoles un calvo a modo de saludo, se los volvió a subir y corrió hacia el norte, entre la empalizada de la aldea y la cerca del corral.

Uno de los centinelas salió tras él, sin dejar de gritarle. Para despistarlo, saltó sobre la cerca y, de ahí, al techo de paja de la tenada, donde esperaba confundirse en las sombras. Se ve que no lo habían reparado tras los rigores del invierno y su pierna se hundió, provocando un estrépito de maderas rotas y restos que caían.

Con el ruido, acudieron a la puerta más de los habitantes de Giro del Arroyo. Desde su escondite, Jarstak y los demás reconocieron a Korlmhyor el Vencejo, el responsable del ataque a Granja de Tormakt. La persona más odiada por todos, allí, apenas a cien pasos. Pero a su lado estaba Rostakus Dos Veces Proscrito, el terrible campeón de Espada Esmeralda.

Lenna sintió que le fallaban las piernas. Aquellos dos eran de los mejores guerreros de Espada Esmeralda. Si Jarstak se dejaba llevar y los atacaba, morirían todos.

Pero Andarin se había trabajado a Jarstak los días previos, metiéndole otra idea en la cabeza. No es que le cupieran muchas, pero una vez se plantaba una, costaba sacarla. Y Jarstak pensaba en el toro semental, el trofeo de la aldea, que estaría dentro, en un corral o incluso en una vivienda. La puerta abierta era una tentación.

—Será mío —masculló. Y echó a correr hacia la empalizada, cubriéndose con un manto de sombras.

Mientras el centinela informaba a Rostakus y éste mandaba a uno de los que habían acudido subir a la atalaya, Jarstak saltaba la empalizada y buscaba al toro. Dermast, viendo el cariz que estaba tomando aquello, envió a dos de la partida a ayudar a Andarin y Oelir.

—Daos prisa o no salimos de ésta.

En el corral sur, Andarin subió a la cerca, cogió su lazo y lo lanzó a la vaca que seguía embistiendo la puerta de la tenada. Pero no se afianzó bien. La vaca dio un tirón al sentir la cuerda en sus cuernos y Andarin salió volando, cayendo cuan largo era entre unas vacas cada vez más nerviosas. Pero aquello bastó, y Oelir pudo salir y apartar a las vacas con su cayado antes de que pisoteasen a Andarin.

Y Saronil consiguió liberar su pierna. Por el agujero, vio a un vaquero ayudando a parir a una vaca, ajeno a todo el jaleo formado. Terminó de subir el tejado, se deslizó por el otro lado hasta el suelo, metió el brazo por la ventana, le quitó la lámpara al vaquero y la arrojó contra la techumbre del corral vecino. El aceite empapó la paja seca y prendió.

El centinela, que había rodeado por fuera, dio un grito al ver aquello y le tiró la jabalina. Mal dirigida, se clavó a unos pasos de Saronil, que la cogió y la usó para azuzar a las vacas. Entre el fuego, los gritos y el palo, provocó una estampida. Saltaron los tablones de la cerca y el ganado se extendió como una riada hacia los campos.

Korlmhyor vio de inmediato el peligro y ordenó a los hombres que se habían reunido en la puerta que azuzaran el ganado por el camino. Mejor desperdigados tierra a dentro que perder la cosecha. Los hombres, media docena, con ramas y antorchas encendidas en el pebetero, corrieron a interceptar la estampida.

Pero Saronil estaba ahora en mayor peligro. El segundo centinela había saltado la cerca por el lado de la aldea y corría hacia él, así que tomó la jabalina y se la arrojó, alcanzándole en la pierna y derribándolo. El primer centinela también había saltado la cerca. Tras maldecir al vaquero por no enterarse de nada, cerró distancias con Saronil espada en mano. Intercambiaron estocadas, pero el centinela era más diestro e hirió al cazador en el brazo del arma.

Dermast y los demás no veían lo que estaba pasando y dudaban si salir al combate o permanecer ocultos.

Ajenos a esto, Andarin, Oelir y los refuerzos enviados por Dermast sacaban las vacas y las ovejas del corral sur.

Ese fue el momento elegido por Jarstak para aparecer montado a lomos del toro semental de Giro del Arroyo, gritando y aullando como un loco. Dirigió el toro contra Rostakus y Korlmhyor, pidiendo a los dioses que le concedieran la venganza. Pero el toro se asustó con las llamas del pebetero y corcoveó, lanzando al guerrero por los aires. Jarstak rodó por el suelo y se estrelló contra el pebetero, haciendo saltar chispas, ascuas y troncos encendidos a su alrededor y provocando una miríada de pequeños incendios.

El toro, sin su jinete, corrió libre por el camino, ante la mirada pasmada de los hombres de Espada Esmeralda.

El grupo de Dermast intentó llamar la atención, gritando como si fueran una partida incursora. Pero no tenían experiencia y sonaron como lo que eran: cuatro jóvenes asustados.

Sin embargo, esto hizo que el hombre de la atalaya por fin mirase en su dirección. Y vio al grupo de Andarin llevando el ganado hacía el río.

—¡Eh! ¡Es una distracción! ¡Nos roban el ganado! —se desgañitó gritando, mientras aporreaba la lámina metálica que servía para dar la alarma.

Jarstak aprovechó la distracción, le tiró un tizón encendido a Rostakus, arroyó a uno de los hombres y corrió por el hueco abierto como quien huye del diablo. Corrió hacia el grupo de Dermast gritando a su vez:

—¡Corred, corred! ¡Vámonos!

El toro terminó al paso a la altura del corral norte. Korlmhyor aprovechó para girarse y ver las sombras moverse al sur, ahogando una maldición.

Y Saronil. Ah, Saronil había alejado de sí al centinela con una patada y ahora corría hacia la puerta de los corrales sujetándose el brazo derecho. Y vio a Korlmhyor darle la espalda. Y al toro. Saltó sobre el toro, agarrándose a la cuerda con su brazo izquierdo. Gritándole y haciendo presión con sus piernas, consiguió que aquella mole echara a correr hacia sus compañeros, ante la cara de pasmo del Vencejo.

Dermast, el último en retirarse, lo vio y gritó y aplaudió.

—¡Vamos, corre, Saronil, corre, Jinete del Toro!

Andarin fue el primero en entrar en Arroyo, ancho, caudaloso e infranqueable. Sumergió en las aguas el amuleto que le había dado Voranga y recitó la plegaria que le había enseñado. De inmediato, las aguas descendieron hasta ser apenas una lámina. Entre él y Oelir hicieron pasar al ganado y luego fueron el resto. Dermast y Jarstak, los dos guerreros, protegieron la retaguardia hasta la llegada de Saronil y cruzaron a su vez.

Las primeras cabezas de ganado empezaban a subir la otra orilla, cuando llegaron los hombres de Espada Esmeralda. Rostakus fue a correr tras ellos, pero Korlmhyor lo paró.

—Los dioses no están con nosotros esta noche. Si ponemos un pie en el río, no saldremos.

Al otro lado, Andarin fue el último en subir a la orilla. En cuanto lo hizo, el río recuperó su nivel normal.

Lo más difícil estaba hecho, pero aún no estaban en casa: debían llegar al Heort y cruzarlo antes de que los encontrara una patrulla de los colonos lunares de Wulfslandia, la antigua tierra de los maboder. Aunque aliados de los cinsina contra los hombres lobo telmori, aquella incursión sin permiso no la pasarían por alto.

Pero los cazadores conocían aquellas tierras y los llevaron directos hasta el paso que habían elegido del Heort. Wandle los esperaba y pudieron cruzar bajo su protección sin más incidentes.

Su entrada al alba en el castro, con el toro engalanado, provocó una gran algarabía. Fueron recibidos como héroes y la hazaña de Jarstak y Saronil robando el toro semental se convertiría en el tema estrella de los trovadores ese verano.

Broddi Lazosfuertes, el jefe del clan, estaba furioso. Sus intentos de apaciguar el enfrentamiento con Espada Esmeralda se habían ido al traste. Pero todos los jóvenes habían vuelto, no había muertos entre los Espada Esmeralda por los que pudieran pedir compensación y el grupo, de mutuo acuerdo, habían regalado el toro al clan, por lo que todos en el castro estaban vitoreando también su nombre. Así que se permitió ser magnánimo y abrazó a los incursores y los sentó en su mesa.

La incursión no les hizo ricos, claro está. Pero volvían con la satisfacción de haber robado el toro semental delante de las narices de dos grandes guerreros como eran Rostakus y Korlmhyor. Por esta hazaña, Saronil ganó su apodo, Jinete del Toro.

Aquella noche, debían haber sido descubierto varias veces. Haber muerto frente a oponentes mucho más diestros. Pero Eurmal estaba de guardia y se había echado unas risas a su costa. No quedaba otra explicación.

La tempestad que se avecina, campaña para Runequest Aventuras en Glorantha, 1618-02. Con Andarin (Charlie), Dermast (Lekio), Lenna (Alcadizaar) y Saronil (Menxar).

Raid de ganado con todas las papeletas para convertirse en un baño de sangre, cortesía del imprevisible Jarstak. Los jugadores, puestos en aviso por Kernalda en la anterior sesión, estaban preparados y Charlie había ido metiéndole en la cabeza el robo del toro desde el principio. Fue una buena jugada.

El resto, fue caos. Iba todo bien hasta que Saronil la pifió al cruzar el camino (la llamarada del pebetero). Los centinelas lo vieron, pero con tiradas tan flojas que lo confundieron y la jugadora, con lo del calvo y las burlas, aumentó la confusión. Luego, vinieron las pifias de la pastora y de Andarin con el ganado. Y las pifias de los Espada Esmeralda para enterarse de lo que pasaba. El tipo que subió a la atalaya no sacaba una tirada. Jarstak encuentra rápido el toro, pero pifia al ir a cruzar la puerta.

Cuando por fin el de la atalaya se da cuenta de lo que ocurre, tiré por “orientación” (reminiscencia de MERP) por los Espada Esmeralda para ver cómo reaccionaban y terminaron tan confusos que Jarstak pudo escapar. Y vino Menxar, con Saronil con el brazo inútil y rodeado de enemigos, se le ocurrió la loca idea de saltar sobre el toro y, ¡crítico!

Eurmal estaba de guardia, no me cabe la menor duda. ¡Qué de risas nos echamos!

4 comentarios para “La tempestad que se avecina — Robo de ganado

  1. Fue brutal. Lo más sorprendente es que saliera todo al final bien y casi sin combate. El pnj de Jarstak era una bomba de relojería que consiguieron reconducir desde el principio (metiéndole en la cabeza el robo del toro como mejor venganza que un baño de sangre). El momento más tenso fue con Saronil herido (brazo derecho inutilizado) y rodeado de enemigos en los corrales, Jarstak también rodeado en la aldea y todos descubiertos, pero unas pifias por aquí, unos críticos por allá y todo salió bien.

    Lo que más me costó, con todo, fue dar respuesta a la idea de los jugadores de acudir a los dioses para cruzar el Arroyo. Si en el grupo hubiera tenido un iniciado de Heler o de Engizi, creo que una mini búsqueda heroica hubiera sido interesante. Pero, bueno, se les ocurrió acudir a la sacerdotisa que habían conocido en la primera aventura y creo que la solución que di no es mala.

  2. No conozco el mundo de Runequest, pero es curioso que asuntos tan banales como un robo de ganado devenga en algo tan épico jajajaja.

    Como siempre, me asombra la cantidad de pnjs que eres capaz de manejar.

  3. Es deporte nacional. En la campaña The Red Cow viene como escenario repetitivo :D. Da para lucirse con habilidades (sigilo, percepción, manejo del ganado, táctica), puede hacer falta diplomacia y también es esperable que haya combate, ¡pero sin pasarse! Un par de muertos en la incursión y ya sale a pagar, por las indemnizaciones. Y que no estalle un feudo de sangre y la cosa escale.

    Estoy teniendo algunos problemas con la adaptación. Pensaba que sería fácil preparar las aventuras para Runequest, pero me encuentro con situaciones que me serían mucho más fácil de gestionar en su juego original, Heroquest, mucho más narrativo.

    Respecto al número de pnjs, estoy desbordado. En mis campañas, los pnjs son míos, los he diseñado y memorizado. Cuando vienen de una aventura «importada», no suelen ser muchos (una aventura suelta no suele tener demasiados). Aquí hay para dar y tomar, pero luego me faltan en algunas situaciones y debo sacar alguno. En esta incursión, los pnjs genéricos (la pastora, los cazadores, los granjeros) no tenían nombre. Se los he puesto al escribir la entrada y porque encontré un generador de nombres orlanthi. Aún tengo pendiente la entrada de dramatis personae que me sirva como consulta rápida. Y, lo peor, tengo que hacer hojas de algunos pnjs. Eso si es un dolor de cabeza, aún estoy muy verde con esta versión de Runequest.

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