La tempestad que se avecina — Incursión

1618, estación del mar, semana de la fertilidad, día de la arcilla

Las celebraciones de primavera se realizaron en la Colina de la Tumba, el gran túmulo y última morada del rey Jostharlos de los Orgorvaltes, dirigidas por las tres sacerdotisas de la tierra del clan: Darna Abrigolargo de Ernalda, Kulina la Gorda de Esra, diosa de la cebada, y Salisa Tresmaridos de Uralda, la Madre Vaca.

Fue la primera vez que Lenna nieta de Andraste se encontraba con su superiora desde la aventura de los desaparecidos. No quería contarle demasiado, pero la sacerdotisa era astuta como una serpiente y sabía ya casi todo. La reunió con Jarstak Barba Erizada, uno de los huscarsl jóvenes del clan. A Lenna no le pasó desapercibido cómo manipulaba al joven guerrero para hacerle creer que era idea suya organizar un audaz robo de ganado contra el clan Espada Esmeralda aprovechando los pasadizos para el castro. Disimuló un suspiro de resignación cuando Darna la encomendó guiarle por el laberinto de pasadizos. A fin de cuentas, allá donde va Orlanth, necesita la guía de Ernalda para no perderse.

Andarin hijo de Farnan había acudido con las vacas a obtener la bendición de Uralda. Saronil hijo de Saron, ocioso entre cacerías, lo acompañaba. Estaban hablando con Kernalda, una de las guerreras más veteranas del clan. La reunión de Darna, Lenna y Jastak no le pasó desapercibida y así se lo dijo a sus jóvenes acompañantes:

—Tened cuidado con Jarstak. Es bueno con las armas, pero impredecible y violento. Si os juntáis con él, acabaréis muertos o algo peor.

*****

Volvieron a Granja de Tormakt tras la ceremonia: Andarin, Saronil, Lenna y Dermast hijo de Broyan, el silencioso iniciado de Humakt que era su sombra. Por la comodidad de Lenna y de las vacas, volvieron por el Camino de Jonvilla, con idea de subir luego por el de la Vaca Roja, que llevaba hasta el castro y pasaba cerca de su asentamiento.

Se acercaban ya a la encrucijada, cuando oyeron un cuerno dando la alarma. Debía provenir de la Granja del Cruce. Dermast y Saronil se adelantaron y subieron a una loma. Lo que vieron les heló la sangre: el asentamiento estaba bajo ataque. Contaron, desde la distancia, tres grandes monturas de las criaturas siempre sedientas de sangre conocidas como los jinetes colmilludos.

Pese al miedo que les embargaba, decidieron actuar. La ayuda tardaría horas en llegar y, para entonces, poco podrían hacer. Además, caer en manos de los jinetes era peor destino que la muerte, pues esclavizaban las almas de sus víctimas.

El ojo entrenado de Dermast vio que el cauce de un riachuelo les permitiría acercarse a las traseras de la granja si ser vistos, así que retrocedieron hasta Andarin y Lenna y les contaron el plan. Ocultaron las vacas y a la iniciada de Ernalda en una hondonada cercana, se pertrecharon y fueron siguiendo el arroyo, con una viva corriente en esa época del año.

Fueron descubiertos ya cerca de la granja y sólo a medias: los jinetes pensaron que se trataba de un huido que se había refugiado allí y no se dieron cuenta de lo que sucedía hasta que empezaron a caer sobre ellos flechas y balas de honda. Luego, Dermast salió a plantarles cara. El escudo bendito del joven era una muralla infranqueable y, en pocos instantes, los tres jinetes y sus monturas habían sido derrotados.

Los supervivientes les contaron que había otros tres que se habían llevado a Barrolar, su padre. No era una incursión sin motivo: los jinetes buscaban a Ahasrt el Merodeador, el fugitivo sacerdote de Orlanth del clan. En sus faltriqueras había plata aún brillante: lunares recién acuñados. Y Barrolar sabía dónde encontrarlo.

No perdieron el tiempo, recogieron a Lenna, encomendaron las vacas a los granjeros y corrieron tras el rastro de los jinetes.

El rastro los llevó hasta uno de los asentamientos en las pantanosas orillas del Heort, no muy lejos del suyo propio. Los jinetes estaban ya dentro del recinto, cabalgando alrededor de la casa grande donde se habían refugiado sus habitantes, intentando prenderle fuego a la techumbre para hacerlos salir.

Los cuatro jóvenes se acercaron y cruzaron la estacada cubiertos por otro de los edificios. Andarin y Saronil se adelantaron y treparon por el inclinado tejado para coger posición y disparar contra los jinetes. En cuanto empezó a caer flechas sobre ellos, rompieron el cerco y rodearon los edificios para intentar alcanzar a los tiradores. Allí les esperaba Dermast, plantado, cubierto con su escudo. Derribó al primero, pero la lanza del segundo encontró un hueco bajo el escudo y lo hirió gravemente.

Por fortuna, Lenna estaba detrás y pidió la bendición de Ernalda para sanar sus heridas, a tiempo para hacer frente al tercer jinete.

Aquello fue demasiado para los jinetes. Uno quedó en el campo, otro huyó y el tercero puede decirse que también, inconsciente y arrastrado por su montura.

Fue un gran bautismo de fuego de los cuatro jóvenes, que pondría su nombre en boca de todos en el clan durante los días siguientes.

Lo que hizo que Jarstak fuera a reclutarlos.

La tempestad que se avecina, campaña para Runequest Aventuras en Glorantha, 1618-01. Con Andarin (Charlie), Dermast (Lekio), Lenna (Alcadizaar) y Saronil (Menxar).

Antes de meternos con el escenario del robo de ganado, jugamos este tutorial de combate para soltarnos todos, jugadores y máster, con el sistema. Parecía un escenario muy fácil, donde iban derrotando sin despeinarse a los jinetes, hasta que Lekio falló una defensa y Dermast sufrió el daño de un jinete a la carga. ¡Runequest es peligroso!

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