Sakura — Rumores, conversaciones y decisiones

—Contadme qué ocurrió esa noche, Nakamura-san —pidió Hosoda Genji.

—Ishikawa Hideo-dono nos convocó para nombrar heredero a su hijo recién nacido, Taro. No llamó a todos los consejeros porque albergaba dudas sobre las prioridades de sus lealtades. —Hosoda Genji entrecerró los ojos. Nakamura había sido considerado, para lo que era costumbre en él, pero acababa de decirle que el daimio no confiaba en los Hosoda. Se contuvo y dejó que su antiguo sensei continuara hablando. El futuro de Ishikawa Reiko era más importante que enzarzarse en una discusión que llevaría a un duelo estéril.

»Estábamos el daimio, Saiki el chambelán, Namikawa, Komura, Junichi el onmyoji y yo. Y Morisawa como guardaespaldas del señor. También el bebé y la señora Nao, protegida por Okuzaki y otro de los suyos. Y Maruyama. Lo invitamos como portador de Yukikaze, dado la relación de la espada con nuestro dominio, pero, en realidad, lo queríamos como seguro, por si Shingen se ponía violento.

—No tiene sentido, Nakamura-san. A Reiko-dono ni siquiera le interesaba ser la heredera. No es motivo para mantenernos al margen o para que Shingen-dono atacara a su hermano.

—Sí lo es. Reiko es hija de Shingen.

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Reiko y Genji tardaron seis días en llegar a Aimi. Aún tendrían tiempo, tras despistar a Kusakabe, de ser atacados por lobos hambrientos que hirieron a la chica, de encontrar un veterinario que la curase y una granja asaltada por bandidos o ronin. Sabían que, para cuando llegasen a Aimi, ya se conocería lo ocurrido y, durante los dos últimos días, discutieron mucho sobre su siguiente paso. No se atrevían a ir directamente a la casa de Reiko y dudaban entre alojarse en una posada o acogerse a algún conocido, como los Washamine o las geishas. Al final, se acordaron de la granja que ocuparan los Tamotsu durante el asunto de Yukikaze, al otro lado del río y se decidieron por ella, dando un rodeo de medio día para llegar desde poniente, esperando eludir así cualquier vigilancia que hubiera en los caminos principales.

Tuvieron suerte: la granja estaba vacía. Quedaba leña y el cobertizo en el lateral ocultaba los caballos. Hosoda dejó a Reiko allí con las provisiones que les quedaban y se dirigió a la casa de Aimi, a tantear a Manobu y averiguar cuál era la situación. No esperaba encontrarse a Nakamura Ken. El gigantón había llegado dos días antes, con diez samuráis, entre vasallos y miembros de su escuadrón y la compañía de cinco samuráis Asakura. Estaba obsesionado con Reiko y con impedir que pudiera hacerse fuerte en la casa de Aimi. Al principio, se mostró receloso de Genji, pero éste supo ganarse su confianza contándole las peripecias en el camino del oeste, encuentro con Kusakabe incluido, y adoptando el papel de enamorado preocupado por su prometida. Así, esa noche compartieron sake y Nakamura le contó lo ocurrido en la fatídica noche.

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—¡Es imposible!

—Me lo confesó el propio Isikawa Hideo-dono y es la razón por la que se casó con Asakura Nao. Se dio cuenta porque el anciano Iwao-dono la confundía con su concubina Aoba, la madre de Shingen. Yo tampoco quería creerlo, pero una vez prestas atención, todo encaja. Reiko es la viva imagen de Aoba y ha heredado sus poderes de bruja. ¡No pongáis esa cara! Vos, que sois quién más tiempo ha pasado con ella, coincidiréis conmigo en que tiene extraños poderes: se adelanta a tus pensamientos, tanto en las conversaciones como en los combates; habla con los espíritus, igual que la otra hija de Shingen, Tsuki; y esa noche estaba plantada en el pasillo mientras Shingen mataba a Ishikawa-dono. Intentó arrebatarme al bebé cuando salí de la sala y, al no conseguirlo, entró para ayudar a su padre a escapar, creando unas llamaradas que a punto estuvieron de consumir toda la torre. También robó a Yukikaze, enfrentándose a Saiki. Y ninguno de los dos onmyojis de la sala pudieron lanzar un solo conjuro, atenazados por su presencia.

No hay más ciego que el que no quiere ver, pensó Hosoda Genji. No alcanzaba a comprender cómo el señor Hideo había creído que la difunta Shigeko Yuko lo había engañado con su hermano, pero estaba claro que Nakamura Ken lo creía a pies juntillas y se había obsesionado con Reiko hasta el punto de hacerla responsable de todo, por absurdo que fuese. Quizás era su forma de enfrentarse a la traición de Shingen, que había sido el samurái más respetado, por no decir reverenciado, de Los Valles de Minako-hime. Aunque si lo de aquella noche fue una encerrona contra Shingen y Reiko, cabía preguntarse quién había sido traicionado en primer lugar.

La obsesión de Nakamura llegaba al convencimiento de que la joven iría a Aimi, si no se encontraba ya en la ciudad. Como confiaba en Genji, el samurái pudo adelantarse a sus movimientos, saliendo de la casa con la excusa de ver a sus acreedores o a su prometida para ir con Reiko y cambiarla de escondrijo. El lugar más seguro fue un piso franco que el señor Saito, el jefe de policía, puso a su disposición y, aun así, sufrió el ataque de unos ninjas que, quizás, buscaban venganza por el asunto del oni.

Fueron días ajetreados para Genji, que no paró de ir de un lugar a otro, ya por sus propios asuntos, ya por los de su señora. Para Reiko, las horas eran eternas, esperando reunirse con familiares y amigos y siempre temiendo una traición. Se sentía muy sola: Manobu, con Nakamura y sus hombres en casa, no se atrevía a hacer nada; su hijo Raiden seguía convaleciente de las heridas sufridas a finales del verano y toda su familia no eran sino rehenes. Su prima Shigeko Kaoru, señora de Aimi, no se atrevía a enfrentarse con los Asakura y no llegó a reunirse con ella, aunque sí envió a su guardaespaldas Isshin, que les ofreció un refugio en casa de un vasallo en la capital, donde la influencia de los Asakura sería menor.

Al final, de quien más ayuda obtuvieron fue del señor Saito. Visto desde otro punto de vista, hay quien diría que se aprovechó de la situación. También fue quien les explicó su situación dentro de la delicada coyuntura política que vivía Lannet ese invierno, rumores sobre la paternidad de Reiko (aunque Genji no le había contado las ideas de Nakamura, el rumor estaba en la calle) incluidos.

—La misma existencia del rumor es la prueba de su falsedad —les había dicho—. Si Asakura Katsumi tuviera pruebas de tal cosa o si lo creyera realmente, lo habría hecho público para que no encontrarais ni refugio ni simpatía. La muerte de Ishikawa Hideo no puede haber ocurrido en peor momento para sus planes y no le queda otra que apoyar a los oficiales Ishikawa que acusan a Reiko de cómplice en el asesinato. Los rumores minarán vuestra posición y envalentonarán a cazarrecompensas y soplones, mientras que les permitirán a ella y a su casa lamentar vuestra muerte, desmarcándose oficialmente de los rumores y acusaciones y volverse luego contra Saiki y los demás.

»Lo que Katsumi no puede permitirse de ninguna forma es que asumáis el control del dominio. No, al menos, este año. Ahora mismo Lannet se enfrenta al peligro de una guerra civil. No han sido sólo los Asakura quienes han desobedecido la orden del emperador y han atacado a las tropas de Abel. El shogún apoya esta medida y las grandes familias están divididas.

»La muerte de Ishikawa Hideo altera el equilibrio dentro del dominio Asakura. Hideo casó este verano con Asakura Nao, atando Los Valles de Minako-hime a la familia principal. Sin embargo, tras su muerte vos, Ishikawa Reiko, tomaríais el control, ya como heredera, ya como regente en nombre de vuestro hermano recién nacido. Los intentos de casaros con un Asakura este verano fallaron por la oposición de vuestro padre. En cambio, vuestras relaciones familiares con Shigeko Kaoru son fuertes, en un momento en que la posición de la señora de Aimi es controvertida por su negativa a plegarse a los deseos de Asakura Katsumi.

»La ciudad de Aimi es el feudo Asakura más importante en el oeste. Está en la carretera a la capital y al castillo del shogún y también es el más cercano a las tierras de los Oda, alineados con el emperador. En caso de guerra, es una posición estratégica y una alianza entre las primas Shigeko que debilitara el control sobre su flanco izquierdo es algo que Asakura Katsumi no puede permitirse. Por eso, sin duda, los Asakura apoyan la posición de los consejeros de Ishikawa Hideo en contra vuestra y por eso vuestra prima no puede mover un dedo para ayudaros. Os habéis convertido en peón en una complicada partida de ajedrez.

Otro asunto espinoso era la muerte de Ishikawa Hideo. Reiko no creía que su tío Shingen pudiera perder los estribos hasta el punto de asesinar a su hermano. Pensaba que había sido una maniobra del shugenja oscuro Kamyu Arata, en venganza por todas las veces que Reiko y los suyos habían frustrado sus planes (el robo de Yukikaze, el resurgir de los onis en el balneario, el robo del tanto de Minako-hime) y así se lo dijo a Saito. El jefe de policía se calló la opinión que le merecía el intento de la joven de justificar a su tío y aprovechó la oportunidad que se le brindaba.

—Sea un individuo o una organización —dijo—, hasta el momento, mis agentes han sido incapaces de encontrar ninguna pista, más allá de rumores y de supuestos agentes suyos que no lo conocen en realidad. Sin embargo, hay lugares donde mis oídos no llegan y quizás sepan de él o de ellos: el Colegio Onmyoji en la capital y la ciudad maldita de Yokai, donde todo puede ocurrir. En el primero es posible que guarden registros, ya porque se hayan enfrentado, ya porque se trate de uno o varios onmyojis renegados. La segunda es un pozo de perdición donde se da cita todo lo sobrenatural que hay en Varja. Todos los shugenjas poderosos y no pocos onmyoji terminan pasando por allí.

Reiko y Genji decidieron investigar a los hechiceros imperiales. Les daba un objetivo que seguir y les permitía alejarse de la influencia de los Asakura. Saito les proporcionó identidades falsas y salvoconductos que les permitirían moverse a caballo por toda Lannet. Genji se las apañó para alejar a Nakamura de Aimi unos días, sugiriendo que Reiko podría haber buscado refugio en el onsen, ya que el dueño estaba en deuda con ella. Luego, se despidió también de su prometida Sachiko, dejándole parte de las inversiones que tenía para que hiciera frente a las deudas si él no volvía, así como una carta a su padre contándole lo sucedido.

—El clan Hosoda no te abandonará. Si yo no vuelvo o no recupero mi honor, te casarás con mi hermano.

—No abandones a Reiko-dono, protégela y nunca perderás tu honor. —La devoción de la chiquilla hacia Reiko era bien conocida, pero Genji no podía evitar preguntarse si ella no vería esta situación como la oportunidad de librarse del asesino de su hermano.

También dejó la espada de su familia, para no deshonrarla (a partir de entonces, combatiría con Yukikaze, pues Reiko entendió que la espada estaría mejor con él que con ella y así no arriesgaban en un único portador las dos armas de Minako-hime, el tanto y la katana), y su silla de montar, demasiado llamativa para el tipo de viaje que iba a emprender. Manobu, librado de la supervisión de Nakamura, les dio una mula, ropas, provisiones y algo de dinero. Y, así, en la fría y gris mañana del primero de marzo, una hora antes del alba, Ishikawa Reiko y Hosoda Genji abandonaban Aimi por el camino del norte.

Sakura, un cuento de Lannet 2×02. Con Hosoda Genji (Menxar) e Ishikawa Reiko (Charlie).

Tras llegar a Aimi y no hallar el refugio esperado, los jugadores encuentran un nuevo camino en la conversación con Saito. Un camino que, además de huir, les permite preparar la contraofensiva. Suponiendo, claro, que de verdad todo lo hiciera un mago™. No era el único camino posible, como tampoco lo fue Aimi la única ruta a tomar en la noche trágica.

Menxar dejó aquí dos objetos que llevaba su personaje de salida, pagados con puntos de creación: la katana familiar +5 y la silla de montar +5, por entender que sería lo mejor y que su personaje lo haría así.

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