Idea de campaña: El limes estigio

Una de las cosas que nunca me han terminado de gustar de Gaïa, el mundo de Ánima Beyond Fantasy, es que noto una falta de sincronía entre lo que dice la historia del mundo, descrita en el básico y en el capítulo 2 de Gaïa 1, y la propia de cada principado, en lo que a la caída del Imperio y las huellas que 7 siglos de historia común han dejado o debido dejar. En especial, la pregunta más molesta es «¿y el ejército imperial?». Se me hace escasa la presencia del ejército para haber tenido encomendado la tarea de mantener la paz y haber arrasado Remo en días. Quiero decir que, en el libro, no se menciona ninguna instalación imperial en territorios conflictivos, como el Kushistán, Estigia o Lannet, más allá de Fuerte Nakthi. Fortalezas que, por pura lógica, debieron existir, lo mismo que existen las del cuarto señor de la guerra. Fortalezas que habrán sido abandonadas y que ahora estarán desiertas u ocupadas por los señores locales.


Arena y peligros para unos pobres desgraciados

¿Qué suerte corrieron sus soldados? Es una pregunta que me lleva rondando desde que preparé la campaña de Fort Nakhti. De repente, se vieron solos en un territorio hostil. ¿Negociaron sus mandos una retirada honrosa para todos? ¿Hubo traiciones y asaltos en la noche que dejaron cientos de muertos? ¿Se integraron en las filas de los principados como consultores o tropas mercenarias? Los oficiales siempre lo han tenido más fácil, pero, ¿y la tropa de a pie?

El limes estigio es una idea de campaña basada en esa premisa y en el folletín clásico (no, no tuve bastante con Fort Nakhti). El limes estigio sería, así, una línea de fuertes que recorre la frontera Estigia de costa a costa, de las que Fuerte Nakhti sería uno más —el que más se adentra en territorio salazari— y no un caso aislado. Una docena de fuertes y varias construcciones menores, con una fuerza nominal de una brigada, reducida en la actualidad a menos de mil hombres, una fuerza policial más que militar con la misión de mantener la paz entre las levantiscas tribus nómadas del desierto, hacer de tapón frente a las disputas religiosas entre Kushistán y Estigia, lidiar con monstruos del desierto y cosas así. Todo muy legión extranjera. Para complicar más las cosas, hace unos meses recibieron armas de fuego, primitivas y ya retiradas del servicio, como truenos de mano, bombardas y arcabuces de primera generación, pero muy tentadores en un mundo abocado a una carrera armamentística.


Tengo que meter a este hijo de perra en una campaña

Y entonces, se desató el infierno: la guerra de Remo, la caída del emperador, el caos.

Formas de enfocar esto: al pronto se me ocurren dos. La primera, más clásica, con un grupo de pjs de uno de los fuertes, que queden como únicos supervivientes de su unidad y tengan que buscarse la vida. La segunda, una campaña multipersonaje, al estilo El guardián oscuro o Los viajes del Ícaro, donde los jugadores, llevando a los oficiales al mando y a pjs de distintas unidades, vivan su propia Anábasis: descubrir lo que está pasando, agrupar las tropas, decidir a dónde dirigirse, ¡y llegar!

En ambos casos, una campaña abierta, con mucho de gestión de recursos, aventuras en el desierto, la necesidad de encontrar agua y comida (casi parece un Galáctica a pie). Y sin un buen final, porque el mundo se ha vuelto loco y, lo quieran ellos o no, siguen siendo soldados imperiales. Soldados reclamados por la Alianza Azur y por el Imperio que, después de darles la espalda, exigirán que se unan a sus filas. La campaña podría continuar con ellos, reclutados de grado o a la fuerza en la guerra del sudeste asiático, perdón, de Kashmir, o desertando definitivamente y haciéndose piratas en el Mar Interior o, ¡qué sé yo!, formando una comuna monacal en Baho.

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