El Ícaro — La búsqueda del SG-5

Mientras el SG-1 se divertía en Córdoba, un grupo formado por la capitana de corbeta Edana Conway, el teniente de navío Walter White y el profesor Jason Callahan fue comisionado para aclarar el fallido secuestro de Neltha Laglaush y la desaparición del SG-5, ocurridas ambas cosas en la madrugada del 1 de agosto. Era tan poco lo que sabían que se antojaba harto difícil arrojar luz sobre lo sucedido. Lo que tenían para investigar era que:

1) El enano conjurador que parecía el responsable del secuestro se llamaba Hengest hijo de Glóin o, por lo menos, ese era el nombre que figuraba en los papeles que llevaba. Nada más en claro sacaron de su cuerpo, salvo un anillo de bella factura con una cruz de Lorena.

2) De los hombres de armas que acompañaban al enano, uno destacaba claramente por la calidad de sus armas y armaduras. Llevaba como escudo de armas una rosa, con un diseño similar al de unos tipos con los que el SG-5 se encontró en su misión en Hannerwal.

3) La misma noche de autos desaparecieron del puerto de Nidik una barca y su dueño.

El grupo decidió buscar dónde habían tomado tierra el enano y su grupo. Como en Nidik no había constancia, fueron a Cahul, ya que fue dentro de sus tierras donde convocaron a Neltha. Entraron en el reino sin permiso, añadiendo una afrenta más a la lista de agravios que el rey Harold Haroldson esperaba cobrarse algún día. Buscaron posibles puntos de atraque y pronto, en una aldea costera, sus pesquisas dieron fruto: el grupo del enano fue traído a la isla por un tal Dougal, un mercader y contrabandista bastante conocido por la zona. Vinieron en un albatros, una especie de chalupa voladora. Dougal permaneció en la aldea hasta el día 2, cuando, visiblemente nervioso, ordenó zarpar.

Aquí el grupo se dispersó por extraños senderos de pensamiento, llegando a plantearse el revisar los más de 150 kilómetros de costa de Ynys Mawr en busca de la embarcación de Dougal pensando que habría ido a recoger al enano a otro sitio. Tras marear la perdiz varios días, decidieron dar otro enfoque a la investigación y White calculó el radio de acción de un albatros y dónde estaba Ynys Mawr el día 1 para, con esos datos, preguntar a Ingolf, el piloto de Svala Ojos de Hielo, por posibles puertos en esa zona de donde podría haber partido la lancha.

Sólo había uno: Ynys Môn, un nido de piratas, contrabandistas y comerciantes liberales que flotaba sobre los Grandes Bosques, y allí se plantaron con el barco de Svala. Encontrar a Dougal no fue difícil. Atraparlo lo fue algo más, pero una vez lo tuvieron cantó como un pajarito. Del enano y su grupo no averiguaron casi nada, pero el contrabandista había sido testigo de la llegada de una gran galera a Ynys Mawr la noche del 1, donde quedó toda la noche frente al puerto de Nidik. Era una leyenda entre los marinos aéreos de la zona: un buque que era avistado en puntos muy distantes en fechas muy próximas, que siempre navegaba en la niebla y con una sirena como mascarón de proa. Fueron con ello otra vez a Svala y su gente, confiando en que unos piratas de mundo sabrían más que un contrabandista de cabotaje, y fueron recompensados: la sirena era el emblema de un noble de Finisterra que llevaba varios años estableciendo puestos comerciales en los Grandes Bosques, haciendo una fuerte competencia a comerciantes y piratas de la zona. Nadie se atrevía a atacar sus barcos mercantes o sus asentamientos por la misteriosa galera.

No era probable que la galera pudiera hacer el viaje Finisterra-Ynys Mawr y vuelta sin escalas, así que preguntaron por asentamientos cercanos a la posición de la isla el día 1. Ingolf recordaba tres, todos a menos de 500 kilómetros. Empezaron por el más cercano a la trayectoria de la isla: cerca de un pueblecito llamado Mordheim, en unos montes que eran las últimas estribaciones al norte de las Tierras Altas del Sur.

No pudieron llegar al pueblo ese día. Una tormenta veraniega les obligó a atracar en una garganta cercana. Allí encontraron los restos de la barca desaparecida en Nidik y una tumba reciente y vacía. También marcas en los árboles propias de un equipo de Wissenschaft. Pasaron una noche intranquila en la que fueron atacados por varios sabuesos infernales y continuaron al alba hacia el asentamiento. Desde el aire lo que vieron fue desolador: vieron un pueblo arrasado, un cementerio con tumbas removidas, un zombie solitario tambaleándose y una torre fortificada ennegrecida, como si hubiera sufrido un virulento incendio. Edana Conway sintió una poderosa y maligna mente bajo aquella torre, pero no bajaron a investigar: había localizado también a Gabriel, del SG-5, un centenar de kilómetros al sur.

Llegaron justo a tiempo. Era un pueblecito situado a los pies de un paso que, según cálculos de White, debía llevar hacia Setmaenen y Minas Anghen. Vieron muertos en las calles, un grupo de humanoides armados que huía hacia el bosque y mujeres reunidas en los campos. Al acercarse descubrieron que era peor de lo que esperaban: Ivanova y Gabriel agonizaban crucificados en un edificio de hormigón que parecía de otra época. Conforme aterrizaban llegó hasta los agudos oídos de Edana el sonido de disparos de un arma antigua, como las encontradas en las ruinas de Ynys Mawr. Sin dudarlo, cogió su dragunov y corrió hacia el edificio, entrando al punto para salvar a Gennosuke.

Así el SG-5 fue encontrado y se salvó de una muerte cierta a manos de unos goblinoides venidos de los años ochenta o noventa de una Tierra alternativa. Los expedicionarios del Ícaro obtuvieron como botín varias armas de fuego automáticas y semiautomáticas, aunque sin munición, y una furgoneta Volkswagen (u Orcowagen) con motor de gasolina. Se llevaron consigo a las mujeres de la aldea, esclavizadas por los goblinoides, que no tenían parientes en los pueblos cercanos, y a dos goblins que se habían rendido a Gennosuke y, por algún motivo, le guardaban reverencia.

Epílogo: el SG-5 estuvo poco tiempo en Ynys Mawr: un rey de las Tierras Altas del Sur había oído de sus hazañas y quería sus servicios para solucionar unos problemas domésticos. Tras la incredulidad inicial, el mando del Ícaro aceptó el trato y los SG-5 y 6 partieron a una misión de un año de duración a cambio de provisiones para pasar el invierno. Y así terminó la segunda temporada de Los viajes del Ícaro.

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