El desafío de los 30 días — Día 9 ¿Cuál ha sido tu peor sesión?

Domingo. Novena entrada del desafío, nueva entrada de ombliguismo. ¿La peor sesión? Como jugador he tenido partidas malas de narices, ya fuera culpa del máster, ya del juego, ya de los jugadores, pero no hay ninguna que me haya traumatizado especialmente. Como máster si tengo en la vergüenza bastantes sesiones malas y algunas —demasiadas— muy, muy malas. En general, por problemas en el planteamiento de la historia, de esas que te dices «¡joé, qué bueno que soy, qué bien me ha quedado!» y no has tenido en cuenta a los personajes jugadores ni, oh, cielos, a los jugadores.

No es un problema menor, lo he visto en muchas mesas, con másters novatos y no tan novatos y he sufrido como jugador lo que hice sufrir como máster. Es un problema cuyas raíces están en los mismos manuales, que se venden con dibujos molones, con reglas para cubrir todo posible aspecto táctico (ya intentando reglarlo todo, ya con un sistema simple y versátil y que el máster se las apañe), ambientaciones del copón y nombres de postín pero que rara vez, muy, muy rara vez, dedican capítulos al difícil arte de preparar una aventura o una campaña.

En mi caso, desde que me compré el Babylon Project el número de sesiones malas se redujo drásticamente. A estas alturas puede parecer una tontería, pero que te expliquen cómo montar una campaña en tres actos, dónde meter giros argumentales, qué ritmo deberían tener las sesiones de cada acto, cómo meter a los personajes, todo eso, me permitió mejorar mucho como director de juego. He dirigido dos partidas al Babylon Project, pero es un juego que he rentabilizado de forma indirecta a base de bien. Cuando empecé con Los viajes del Ícaro eché bien en falta el no tener un capítulo equivalente enfocado a las campañas de corte sandbox.

Aunque la peor sesión, la que me tiene marcado, fue la que intenté dirigir de Mago: la Ascensión. Me llamó la atención el juego, me lo había empollado, tenía la aventura (la que traía el básico) preparada… y a los diez minutos tuve que parar porque no sabía qué hacer con todo eso. Meses después probé como jugador y me pasó algo parecido. Sencillamente, es un juego que me derrotó. Me encantó desde el punto de vista teórico (siendo Mundo de Tinieblas, entiéndase), pero fui incapaz de hacer nada con él.

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