El Ícaro — La muerte de una inocente

Un funeral. El capitán Paolo no recordaba cuántos había oficiado ya, antes y después de cambiarse el nombre; antes y después de huir de su pasado. Las palabras acudían con facilidad a su boca: palabras de consuelo y alivio para los que se quedan y deben seguir al día siguiente con sus vidas. Palabras que había pronunciado incontables veces. Palabras que, en esta ocasión, le dejaban un regusto amargo. Porque la tierra recién removida ocultaba el cuerpo de una chiquilla inocente. Porque su presencia en aquella isla había desencadenado los acontecimientos que trajeron su muerte.

No hacía cuatro meses que él mismo, Renaldo y Kuro se habían visto envueltos en un atentado en el pueblo fortificado de Nidik, cabeza del pequeño reino homónimo. Encerrados en las mazmorras de palacio, Kuro activó por error a un tecnócrita, un guerrero de élite de La Máquina. Muy dañado, el tecnócrita se autodestruyó, provocando el derrumbe de las mazmorras y de las murallas de piedra de Nidik, símbolo de su poder. 48 horas más tarde eran atacados por un aerobuque de La Máquina. Fue destruido, pero Nidik perdió un tercio de sus habitantes y sufrió grandes daños materiales. Su rey, Skilfil, cayó en la confusión por un puñal traicionero. Su heredero tenía diez años, por lo que los del Ícaro, para los que la estabilidad de Nidik era algo primordial, se inmiscuyeron en la política local apoyando a Starnia, hija bastarda del rey Skilfil y sacerdotisa local, como regente por encima de otros candidatos. Una de las primeras decisiones de Starnia fue deshacerse del segundo candidato a la regencia, Bodoni el capitán de la guardia, al que desterró acusándole de no haber protegido al rey. Con Bodoni se fueron parte de sus hombres, lo que, unido a las bajas por el ataque y los daños en las murallas, dejaba a la ciudad en una situación muy comprometida.

Bodoni encontró refugio en el vecino reino de Cahul, protegido por el propio rey Harold Haroldson, desde donde planeó su venganza. Posiblemente con apoyo del rey, hizo que se infiltraran mercenarios en Nidik durante todo el mes de junio, haciéndose pasar por mercaderes y sus escoltas que acudían a la thing de verano, la asamblea que se celebraba en Cahul coincidiendo con el solsticio. Los agentes del Ícaro destacados en la ciudad descubrieron la presencia de los mercenarios y el capitán Paolo aconsejó a Starnia que acudiese a la thing sin escolta, confiando en su protección, para no debilitar aún más la defensa del reino. Starnia accedió y acudió a la asamblea acompañada únicamente por su escudero y por el SG-1, Paolo, Renaldo y Kuro. La asamblea duraba una semana e imponía una tregua sagrada en toda la isla durante su celebración. La madrugada antes fue el momento elegido por Bodoni para lanzar su ataque: emboscó a Starnia en la propia sede de la thing, sin que ni el rey ni sus hombres intervinieran. Pero le salió mal: Paolo y los demás lograron rechazar el ataque y el propio ex-capitán de la guardia de Nidik moriría a bajo el martillo del capitán Paolo.

El ataque se repitió en Nidik. Los mercenarios lanzaron un ataque doble, contra las puertas y contra la brecha de la muralla. Los infiltrados en la ciudad intentarían abrir las puertas y hacerse con el príncipe. Conocedor del peligro que suponían los hombres del Ícaro, Bodoni había ordenado acabar con el grupo destacado en Nidik, que se alojaba en la posada de Ostakker. Pero, casualidades de la vida, además del grupo del ingeniero Gustaf Anderson, encargado de la reconstrucción de la muralla, esa noche se encontraba allí el grupo del ingeniero Max Powel, descansando tras pasar el día explorando las ruinas atlantes bajo Nidik. En total seis hombres (los dos ingenieros, los agentes de Wissenschaft Frederick, Su Wei y Sylvana y el profesor Jason Callahan) que dieron buena cuenta de los mercenarios que les atacaron en la posada y participaron en la defensa de la ciudad y del príncipe. Tras fallar la toma de la puerta y sin conseguir atravesar la brecha de la muralla, los mercenarios se vieron obligados a retirarse, dejando atrás a un tercio de los suyos.

Un grupo intentaría tomar el puerto, pero el ruido de la lucha había llegado hasta allí, alertando a Svala Ojos de Hielo y a su tripulación, que los rechazaron. Intentaron entonces replegarse al norte, a Cahul, pero el rey, en conversación oída por Kuro, se desentendió de ellos al haber muerto Bodoni y les impidió el paso. El grupo se disgregó: algunos se infiltrarían en Cahul, pese a la prohibición del rey; otros, lograrían cruzar Nidik y alcanzar los valles del sur; el resto, se rendirían.

El grupo principal, unos treinta, huyó hacia el sur. En el Ícaro los consideraron el principal problema, pues los levantiscos señores del sur, vasallos del rey de Nidik, ya habían intentado hacerse con la regencia del reino y treinta mercenarios aguerridos sin señor era una fuerza desequilibrante en aquellas tierras. Pero también lo consideraron una gran oportunidad, si actuaban deprisa: esos mercenarios podían ser un gran refuerzo para Nidik si los contactaban primero. El equipo de Max Powel salió en su busca y lograría captar a la mayoría, ofreciéndoles servir a Nidik o salida franca de la isla.

Pero quedaba una veintena de mercenarios sin localizar y se comisionó al grupo del capitán Paolo para hacer una gira diplomática por el sur de Ynys Mawr, para cruzar el Paso de la Viuda y, a través de las tierras de los MacLellan y de Leonid, llegar hasta Teyrnas Y Cymoedd para informar en persona al rey Pedr. El viaje fue provechoso. Lograron entrevistarse con los principales señores del sur, oír sus quejas sobre su relación con Nidik y plantearles acuerdos provechosos que, en el fondo, les harían tan dependientes del grupo del Ícaro como ya lo era Starnia.

La desgracia les golpeó después, disfrutando de la hospitalidad de los MacLellan. Un grupo de mercenarios encontró sola en los bosques a Karin MacLellan, la joven hija de los MacLellan, y la ultrajaron y asesinaron. Se descubrieron accidentalmente a Renaldo y, tras una lucha desesperada, fueron apresados, juzgados y colgados. Unos hombres que no habrían arribado a Ynys Mawr de no haber abierto Kuro aquella puerta maldita. La huella que estaban dejando en este extraño lugar era innegable.

Para colmo de males, a su llegada a Caer Dubh se enteraron de la huida Ernest, la asesina del príncipe Urien ap Pedr. Ante tanta desgracia, el rey Pedr, necesitado de un heredero, casó con lady Lylia sin guardar más luto por su hijo, en una ceremonia íntima oficiada por el propio capitán Paolo.

2 comentarios para “El Ícaro — La muerte de una inocente

  1. Ahora el malo es el pobre de Kuro, y todo por intentar que Paolo y Renaldo no se mataran entre ellos… 🙁

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