La serie que traigo hoy para reseñar es mala. Pero mala. Es una tontería que sólo se le puede ocurrir a los japoneses. Es una serie de deportes y es una serie de lolis moes, con todos los tópicos juntos a medio batir: personajes definidos a brocha gorda, equipo recién formado con mucha voluntad y poco entrenamiento dispuestos a comerse el mundo, algún drama familiar de las niñas con sus padres. Un horror.

Pero… Hay tanques.

Y así, a lo largo de 14 episodios vemos a la chica que viene de famoso dojo pero está peleada con su familia y no quiere ni oír hablar del deporte y a quien las compañeras chantajean emocionalmente para que se una al equipo, para que al menos una tenga algo de idea. O la que viene de rancia tradición de arreglos florales y a la madre le da un patatús al pensar en su hija con las uñas sucias. Y demás: la tsundere, la chica mona y callada (aquí la pereza personalizada), las frikis… Un horror, ya digo.

Pero… Hay tanques.

Porque el deporte que practicas es… lucha de tanques. Sí, las niñas en uniforme de colegio (faldita y tal), sin protecciones de ningún tipo, dándose de leches con carros de combate de la Segunda Guerra Mundial. Un horror, repito.

Referencias mil

Pero… Hay tanques. Y los tanques molan mazo. Y tiene sus puntos, como los guiños a Los violentos de Kelly (el grupo llorando emocionadas viendo la escena del zambombazo de pintura, por ejemplo) o el grupo de frikis militares que sueltan citas sin ton ni son. Técnicamente la serie es resultona y el director, Tsutomu Mizushina (Ookiku Furikabutte), sabe lo que se hace, con episodios vibrantes y sin pérdida de ritmo. Sí, la serie es una tontería, pero para echarse unas risas un domingo por la tarde no es mala elección en absoluto.

La versión que he seguido es la de Evermorefansub, a quienes no conocía y me han sorprendido gratamente.