Rideback

Rideback es un anime peculiar. Presenta un planteamiento de anime de mechas típico: protagonista joven que coge los mandos de uno y resulta ser un as; rebelde/pirata/terrorista guaperas y misterioso; chica mona y torpe; malo cruel y cobarde; chica dura y macizorra; chico… Bueno, ya me entendéis. Luego, vemos que las premisas que sostienen la trama no es que sostengan mucho, la verdad: el mundo es una dictadura militar controlada por un grupo de origen desconocido que se hicieron con el poder hacer unos años gracias a unos mechas que, esto, son motocicletas transformables y, ehm, dejan al piloto expuesto al fuego sobre los hombros del cacharro. O sea, una cosa estúpida como fuerza militar.

Pero la propia serie no se toma muy en serio ese planteamiento típico y cojo y busca otros derroteros. El protagonista no es él, sino ella, Rin Ogata (Nana Mizuki). Chica de aire tristón y lánguido, hija de la más grande bailarina de los últimos tiempos, gran promesa a su vez y retirada prematuramente por una lesión y que a lomos de un precioso rideback rojo recuperará el placer del baile. En el fondo, una chica por la sombra alargada de su madre y que termina pilotando un cacharro que no debería existir, salido de un mecánico atrapado por la sombra de un, ejem, sí, sombrío pasado. En un mundo muy parecido al nuestro, lleno de violencia policial, manipulación de medios y gobiernos títeres, veremos como la vida universitaria de Rin sufre un vuelco al verse envuelta en un incidente terrorista (y, sobretodo, por culpa de la operación antiterrorista), terminará relacionándose con un guapo terrorista atrapado por la sombra de la venganza y siendo un peón más en los planes de un héroe de guerra convertido en dictador militar, atrapado por la sombra de su vergüenza.

Resumiendo, una historia de personajes marcados por un pasado y lo que hacen para enfrentarse o huir de él. El intento de meter una parte épica (el terrorismo, perdón, la revolución contra el poder corrupto) hace que la serie pierda algo de fuelle, para recuperarlo en escenas como la trampa policial o la carga en la gran manifestación, que dejan mal cuerpo (quizás por su semejanza con la actualidad, mechas aparte).

Es una serie cortita, de doce episodios, que vino de la mano del estudio Madhouse en invierno de 2009. Tiene un buen plantel de actores de doblaje y un dibujo curioso y atractivo que la hace una serie de ver agradecido y que, sin ser ninguna obra de arte, tiene su aquél. La versión que he seguido es del fansub Inshuheki, muy recomendable.

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