Pendragón — La fuga de los reyes Octa y Eosa

Durante las cacerías de otoño de 492 sir Eudaf de Cheverell, padre de sir Aeron, desapareció sin dejar rastro. Con el deshielo encontraron su caballo, alanceado, pero ni rastro de él. Encontraron también una lanza partida y los más veteranos del condado, aquellos que habían participado en la campaña contra los francos del rey Claudas en el continente, reconocieron la hoja como la que usaban las tropas galas del pretor Syagrius. Extraño misterio, pues ni el cuerpo de sir Eudaf apareció ni nadie pidió rescate por él.

En la corte de Uther, entre tanto, se pensaba en las futuras campañas contra los sajones. La alianza con los reyes del norte, sellada con las bodas con las hijas de Igraine, dejaba el camino libre a Uther para ser coronado como Alto Rey de Britania, algo que a los propios sajones no se les escapaba: los mensajeros iban y venían entre los reinos con planes de guerra y alianzas de apoyo mutuo. Por ello, el paso obvio para Uther era acabar con los poderosos reinos sajones del norte, antes incluso de cualquier operación contra los reinos del este. Con el apoyo del rey Lot y sus aliados, podían caer como una pinza y resolver para siempre el problema. Además, había que aprovechar que aquellos reinos estaban de momento sin reyes, pues Octa y Eosa seguían prisioneros, en Silchester.

Por ello, el conde Roderick fue comisionado en misión diplomática a Malahaut, reino de obligado paso para cualquier operación en el norte. Malahaut venía siendo, con perdón, un grano en las reales posaderas de Uther desde hacía años. El rey de Malahaut era incapaz de frenar a los sajones y no habían sido pocas las veces en las que tuvo que refugiarse tras los fuertes muros de Eburacum. En 484 Uther había conseguido convertir una derrota en victoria bajo sus muros. Pese a que tanto entonces como con la batalla de Lindsey los hombres de Logres habían salvado el reino, el rey de Malahaut seguía siendo un mal vecino: su temor a los sajones sólo era comparable a su desconfianza hacia Uther. Aunque la poderosa alianza entre Logres y el Norte sólo podía ser beneficiosa para Malahaut, haría falta mucho tacto para conseguir que su rey no viera en la pinza contra los sajones una pinza contra su reino.

La comitiva siguió la carretera real de Londres a Lincoln. Acompañaba al conde una fuerte escolta digna de su posición bajo el mando de su campeón, sir Arcavius de Winterslow, caballero del Hacha Coronada y de la que formaban parte sus compañeros de la Hermandad de la Daga de Plata, sir Elffin de Sutton y sir Aeron. El camino transcurrió sin incidentes y con poco tráfico hasta cerca de Folkingham, en Lindsey, cuando encontraron a la vera de la carretera una caravana de mercaderes asesinados. Los cuerpos estaban aún calientes y las hogueras humeaban, así que se armaron y avanzaron con precaución, desplegando varios caballeros como exploradores. Al poco volvió uno de ellos: habían encontrado una pequeña comitiva sajona en una aldea cercana. No lo duraron y apretaron el paso para cortarles la huida.

Alcanzaron al enemigo cuando, tras aprovisionarse saqueando la aldea, se ponían en marcha. La sorpresa fue mayúscula cuando encontraron mezclados caballeros galos y guerreros sajones. El conde Roderick reconoció al pretor Syagrius como el jefe de los galos y entre los sajones, ¡horror!, estaban los reyes Octa y Eosa y el berserker Aescwulf Wigelmson, el que matara a sir Hywel y a sir Sila. ¿El pretor Syagrius colaborando con los sajones? No era tan descabellado, pues se sentía traicionado por la campaña que dirigiera el príncipe Madoc. En total, entre galos y sajones, eran más que los hombres de Salisbury e iban todos a caballo. Incluso el gigante Eosa, que se había agenciado de alguna forma un carro de guerra. Pero no lo dudaron los valientes caballeros de Logres y cargaron contra el enemigo.

La batalla fue brutal y sin piedad, pero los sajones pudieron escapar con pocas bajas. En el otro bando, sir Arcavius había caído ante Aescwulf Wigelmson, aunque salvaría la vida, y sir Elffin, malherido, tuvo que dejar escapar al rey Octa. Sir Aeron vengaría a su señor y a sir Sila destripando al berserker y clavándolo a un árbol. Hicieron también prisioneros, un par de caballeros galos que confesaron haber liberado a los reyes sajones. También el haber capturado a varios caballeros que podían haber descubierto sus planes, entre ellos sir Eudaf, a los que mantenían prisioneros en un refugio en el bosque cercano a Londres.

Graves noticias que enturbiaban el futuro de Logres. Decidieron mandar de inmediato un correo a Londres para avisar al rey. Mandaron también aviso a Folkingham y a Lincoln para que desplegaran hombres en un intento de impedir a los reyes fugitivos cruzar el Humber y buscaron quirurgos para dejar con los heridos. Finalmente, el conde Roderick con sir Aeron y los caballeros de Sarum continuaron hacia Malahaut mientras sir Arcavius y sir Elffin quedaban, con la protección de los caballeros del primero, recuperándose de sus heridas.

La embajada a Malahaut fue infructuosa. Las condiciones pedidas por el rey para permitir el paso de las tropas de Logres eran abusivas, pero sir Aeron se enteró de que el rey estaba atemorizado: los emisarios sajones susurraban en sus oídos palabras de ruina si colaboraba con el rey Uther y la huida de los reyes Octa y Eosa habían dado la puntilla al débil ánimo del rey.

De vuelta a Londres volvieron a separarse. El conde Roderick, con sus hombres, siguió hasta la ciudad para dar cuenta al rey de la misión. Sir Aeron y los recuperados sir Arcavius y sir Elffin cayeron sobre el refugio del pretor Syagrius en un audaz golpe de mano, liberando a los prisioneros y consiguiendo algo de botín.

En la corte se decía que el rey estaba enfermo y parecía ser verdad porque no recibía a nadie. El desánimo cundía en el reino. ¿Qué nos depararía el futuro?

En el caso de sir Elffin, sin duda, más hijas.

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