La Liadain

El Pater Imperator Uzbia creó unos astilleros que se convertirían en una de las principales fuentes de recursos de su Imperio durante los siglos XIII y XIV. Reunió a los mejores maestros constructores, tanto humanos como nephilim. Artesanos que habían construido galeras en Roma, en las ciudades griegas, para los cretenses y troyanos y que estarían detrás de los enormes juncos de alta mar de las flotas tesoro chinas del siglo XV, magos y cabalistas de primer nivel, y los mejores maestros carpinteros de Génova, Pisa, Venecia y Francia. Sus galeras y bajeles fueron comprados a peso en oro por los más ricos comerciantes, por los otros arcanos mayores e incluso por los templarios y sanjuanistas, sus enemigos jurados.

Las dos naves más hermosas y perfectas fueron ofrecidas al propio Uzbia, quien se quedó con la más grande y majestuosa como su galera personal y regaló la otra a Yaltaka como agradecimiento por haber acabado con la conjura de Ephram. Era una galera de finas líneas, estrecha y con la mejor hidrodinámica que 2500 años de saber naval pudieron conseguir. Era una nave pensada para la velocidad y la guerra, dotada de balistas y catapultas, costados reforzados y un peligroso espolón, pero también de una lujosa cámara para el cónsul y sus acompañantes.

A los remos llevaba sesenta incansables remeros sagrados de la Ciudad de las Algas que le garantizaba un ritmo constante y fuerte de boga. Un céfiro atado al palo les daba viento favorable en cualquier situación y el casco estaba cubierto con conjuros apaciguadores que calmaban las aguas por las que navegara. Dos cohortes de centinelas de bronce de los Jardines Dorados de Pharphar proporcionaban la fuerza de combate.

Al mando de la galera estaba un tritón hosco y de pocas palabras, un auténtico profundo de Lovecraft llamado Darq’ab que tenía en su haber varias campañas victoriosas contra los piratas de Cilicia y del Mediterráneo en tiempos de la República romana y de quien se decía que llevaba consigo un hijo de Caribdis que azuzaba contra sus enemigos. Le acompañaba y auxiliaba Maodighomhnaigh, un ángel de los Enamorados al servicio del Emperador, un druida que había cambiado el Hombre de Mimbre por ciertas tendencias que, seiscientos y pico años después, cristalizarían en el movimiento hippie; un tipo pintoresco que era el segundo mejor cabalista Europa Occidental.

Yaltaka bautizó su galera como Liadain, el nombre de su mujer en tiempos de Arturo, la heredera de Rydychan y cuando iba embarcado, izaba el pabellón de su antiguo condado. La Liadain se convirtió así en el transporte de los Guardianes del Grial en sus aventuras y viajes desde comienzos de la década de 1250, pero también en una pesadilla para el Temple, el Hospital y la orden teutónica: no había nave más veloz y en combate uno contra uno no había buque que pudiera derrotarla. Con base normalmente en Aigues-Mortes o en Marsella, su sola presencia trastocó los planes de navegación y transporte de las distintas sociedades secretas durante más de sesenta años.

3 comentarios para “La Liadain

  1. Jajajajajajaja

    Pobre Darq’ab, seguro que nunca imaginó tener que hacer ese abordaje tan especial. (Creo que a Yaltaka aún le duele la cabeza)

  2. Liadain, ah, que puedo decir, por un guiño suyo conquistabas un reino… Un barco tan hermoso no podía recibir mejor homenaje que ese nombre.

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