Los siete magníficos

Lunes y yo sin verme ninguna serie. Esto de tener la casa patas arriba (estos días me costaba encontrar mi cama y el ordenador quedó clausurado), así que hoy repetiré entrada de cine. Mencionaba la semana pasada a Los siete magníficos como ejemplo de fase de reclutamiento de un grupo, así que le dedico la entrada de hoy. Dirigida en 1960 por John Sturges (El último tren de Gun Hill, La gran evasión), es la mejor adaptación de Los siete samuráis de Kurosawa. El argumento es bien conocido: un pueblo acosado por bandidos busca quien les proteja pagando cuatro duros, alojamiento y comida. A Los siete magníficos le falta la épica de su predecesora: el pistolero no puede competir en romanticismo con el samurái (al igual que el caballero y el hidalgo por nuestro lado, el samurái, por cabrón, asesino y muerto de hambre que sea, es noble y un pistolero no es más que un aventurero de dudoso origen) ni la pistola con el noble arte de la espada; pero esa falta de épica la sustituye con un buen guión que hace de ella una de las películas que más frases célebres ha aportado a la historia del cine y tramposea más o menos sus flojedades.


¿Trabajar en una tienda de comestibles o enfrentarse a 40 bandidos por 20 dólares?

Así, desde la presentación de los bandidos y un genial Eli Wallach («(…) la verdadera devoción es cosa del pasado. (…) Yo esperaba encontrar candelabros de oro y los cepillos llenos a rebosar y ¿qué encontré? Candelabros de bronce y los cepillos casi vacíos.» «Pero nos los llevamos.» «Ya sé que nos los llevamos. ¡Estoy intentado demostrarle la poca devoción que tiene hoy día la gente!»), pasando por la escena del coche fúnebre donde se conocen Chris (un sobrio Yul Brynner) y Vin (Steve McQueen en el papel más cómico de la película), todo el reclutamiento del grupo, los chistes de Vin («Por ahora bien, por ahora bien» y «Entonces me pareció una buena idea») hasta las escenas de acción la película es puro espectáculo y entretenimiento con un punto trágico y amargo (Vin aceptando el trabajo con mueca de resignación; Lee, otrora famoso pistolero, presa del miedo y las pesadillas; Harry persiguiendo tesoros imaginarios…). ¡Qué más da que la parte del pueblo sea irregular y se haga un poco larga (problema que también aqueja, aunque en menor medida, al modelo)!

Pero Los siete magníficos no sería lo mismo, como otras tantas películas, sin la música. «Anda, ¿esta es la película de Marlboro?», me preguntó mi madre al pasar el otro día mientras la tenía puesta. La banda sonora de Elmer Bernstein ha dejado más huella que la propia película y es reconocida incluso por aquellos jovenzuelos impertinentes que reniegan del western (dicho sea esto con voz del viejo Matthew, un chiste privado).

Una película que hay que ver y disfrutar. Y para muestra, un botón:

«—Hay gente en el pueblo que se opone (…) Dicen que no es digno de ser enterrado allí (…)

—Pero si allí arriba no hay más que criminales, asesinos y viejos borrachos. Si en algún tiempo se sintieron exclusivistas ya se les acabó.»

—El caso es que eran blancos y el viejo Sam… El viejo Sam era indio.

—Esta sí que es buena (…) ¿Desde cuándo ocurre esto?

—Desde que el pueblo se ha civilizado.»

«—Tranquilo, llegaremos allí [al cementerio].

—No es llegar lo que me preocupa, sino quedarme.»

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2 comentarios para “Los siete magníficos

  1. Bueno, yo no diría que le falta épica a los personajes por no ser nobles samurais, sino más bien mística. Con los pistoleros pasa como con los piratas, supongo, ambos son asesinos aventureros, pero no puedo negar que ambos tipos de personaje están teñidos de épica.

    Sin embargo, coincido contigo en que la historia del pueblo se hace más coñazo en los Siete Magníficos que en los Siete Samurais. Me da la sensación de que pasan muchas más cosas en la versión de Kurosawa… pero tendría que volver a ver ambas para confirmarlo. Y también coincido contigo en el resto de tu análisis. Hay que seguir viendo cine clásico, que hay mucho que aprender.

    ¡Un saludete!

  2. Me he hecho estos días con la versión larga de Los siete samuráis (no la internacional de 160 minutos, que es la que yo había visto). Estos días me las iré viendo y ya le dedicaré su entrada :D.

    Lo de la épica… creo que yo soy mucho de Pendragón, pero veo en Los siete magníficos que la diferencia de clases entre los campesinos y los pistoleros es difícilmente creíble (pese a que a aquellos y los bandidos sean mexicanos precisamente para crear una diferencia más real), mientras que en Los siete samuráis (y en cualquier posible adaptación medieval europea con caballeros) la diferencia de clases entre campesinos, bandidos y los samuráis está clara.

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