Una larga noche

Recapitulemos un poco. El meister de la Asociación de Mercaderes Osric Himura, uno de los hombres más poderosos de Phaion, había intentado detener a Slobodan Visnij, también uno de los quince meisters, y a su sobrino Goran por la muerte de los Lothard, una importante familia de comerciantes, así como sus soldados, empleados y criados en una extraña masacre ocurrida una semana atrás. Legalmente, fue una decisión muy discutible, ya que el señor de la ciudad de Hong Kua era Akio Takeshi, que había tenido que ausentarse inesperadamente. Osric Himura era el meister más importante del Consejo de la ciudad (en el que había otros tres meisters: Ó Domhnaill, Long y Visnij), pero eso no le convertía en el segundo al mando. Sin embargo, los Visnij no dieron tiempo a que los abogados entraran en juego y consideraron la agresión hacia su persona, hombres y posesiones un acto de guerra, respondiendo con gran violencia. Los hombres de Visnij, el grupo de mercenarios con habilidades especiales reunido por Goran en los últimos meses, se ganó el sueldo, destrozando a la infantería de Himura. Con la confusión, Goran y Slobodan desaparecieron, separándose de su gente. ¿Había sido este el inicio de una guerra corporativa?

Los hombres y mujeres al servicio de la familia Visnij se habían dispersado. El combate en la casa había dado tiempo a que los trabajadores (criados, cocineros, secretarios, mozos de cuadra, cocheros, estibadores, escribas y buena parte de la guardia) pusieran pies en polvorosa. Algunos buscarían refugio durante la noche en casa de familiares y amigos. Otros, en posadas y tabernas. Algunos llegarían a abandonar la ciudad y otros se agruparon en otras posesiones de los Visnij, casas, almacenes, barcos y granjas, dispuestos a plantar cara.

Los propios hombres de Visnij se habían dispersado. Kanbei y Soi Fong estaban con Goran. Saver e Iz habían decidido moverse por libre, y faltaban otros, perdidos en el jaleo de la noche, y los que estaban de misión lejos de la ciudad. En casa de Rika, en el Zoco, situado en el límite del barrio portuario, había buscado refugio el grupo de personajes jugadores: Akane (samurái, flanqueador, tecnicista nivel 2), Arik (mercenario, primera línea porque no hay nadie más, guerrero conjurador nivel 3, nephilim deva) con Umi, su familiar (pintora de almas, tanque [pequeñito y mono], guerrero acróbata nivel 2, entre mundos), Clara (selene, no está muy claro el qué, ilusionista nivel 2, nephilim ebudan) y Nefer (ex-sacerdotisa estigia, comunicaciones y artillería, guerrero mentalista nivel 2). Con ellos estaba Mishayla, la médico kushistaní de la familia Visnij, que se había encargado de remendarlos y Sousuke, el callado samurái. Y, al poco, llegó el albino Valen con Sayuki (distancias muy cortas, tao nivel 2).

Valen venía de recoger uno de los carros que habían usado para ir al baile. El segundo carro, el que usaron Goran y Slobodan, había desaparecido. Lo que era una lástima, porque ocultaba armas de fuego y munición que les habrían venido muy bien. También había recogido el cuerpo de Séan, muerto en la casa, y había aprovechado para dar una vuelta por la ciudad y observar la situación.

Del palacete donde se organizó el baile, les contó, seguían sacando heridos y muertos. El edificio, por fortuna, seguía entero y, aparte de los combatientes, parecía que no había habido otras víctimas. Lo que quedaba del Consejo de la ciudad, convocados por Long y Ó Domhnaill, se habían reunido en la Catedral de Nuestra Señora, cercana al palacete. Todavía no habían tomado ninguna decisión (que se supiese en las calles) pero toda la guardia de la ciudad estaba en alerta y el escuadrón de la Compañía Akaryu apostado en la ciudad se había movilizado.

La casa de los Visnij, por otra parte, estaba bajo custodia del capitán Gotoh y sus hombres, que había detenido también a los heridos y rezagados de los Visnij y a aquellos de los Himura que no habían querido abandonar el recinto. Eso garantizaba las posesiones de la familia y las vidas de sus hombres hasta que el Consejo tomará una decisión. Los hombres de Himura, por su parte, habían dejado un destacamento de guardia frente a la casa. El resto, presumiblemente, habían evacuado a sus heridos y muertos.

No eran buenas noticias, pero les daba aún margen para actuar. Tras revisar los documentos incriminatorios que habían sacado del despacho de Goran, llegaron a la conclusión de que habían sido hechos por un falsificador muy hábil. Valen y Sousuke recordaban del caso de la Torre de la Doncella los quebraderos de cabeza que les dio las falsificaciones de Wald, falsificador de la familia Ó Domhnaill, así que decidieron hacerle una visita: podía darles una pista o, con suerte, estar implicado. También pensaron que era un buen momento para dejarse caer por la casa de los Himura, aprovechando la confusión. No podían saber si Himura era quien orquestaba la función o el peón de alguien, y era una buena forma de obtener información.

Tras discutirlo, decidieron separarse en grupos para aprovechar el resto de la noche. Valen y Mishayla se fueron por su lado con el carruaje para enterrar a Séan. Por su parte, Arik y Sayuki acompañarían a Sousuke a casa de Wald. El resto montaría la incursión nocturna™ habitual en casa de Himura. Clara, para mantener contacto, compartió sus sentidos con Sayuki, ya que ambos grupos iban a operar fuera del alcance de las capacidades telepáticas de Nefer. El fallo de este plan es que Valen y Mishayla quedaban totalmente aislados.

Así, tras algunos problemas relativos con la ropa y decidir un punto de encuentro (Rika ya les había dicho que por allí no quería volver a verlos), a eso de las tres de la mañana se pusieron en marcha.

Himura

Pese al jaleo nocturno, la ciudad seguía dormida. La zona alta del distrito de Haruhi, con sus anchas y oscuras calles y estrechos y aún más oscuros callejones, estaba en silencio. Akane, Clara y Nefer pudieron llegar sin ser vistas por los escasos centinelas de las casas más pudientes hasta la casa de Himura, un gran recinto típicamente lannetense. Un primer reconocimiento reveló bastante jaleo puertas adentro: voces de mando, gritos de los heridos, ruido de armas, varios magos y objetos mágicos en el interior… El segundo reconocimiento lo llevaron a cabo Akane y Clara, que saltaron el muro. Sin embargo, la incursión fue detectada desde el interior de la casa por los shinobi de Himura, al ponerse a discutir la ilusionista y la samurái por algo sobrenatural que había en el estanque de las carpas, y tuvieron que retirarse. El shinobi los siguió, pero se cayó torpemente de una tapia y, antes de que pudiera recuperarse, Akane estaba sobre él y, de un tajo que hubiera hecho llorar de felicidad a su maestro, le cortó la cabeza.

Perdidas las opciones de entrar en casa Himura y viendo que sus compañeros tenían problemas con Wald, decidieron retirarse para reunirse con ellos lo antes posible.

Wald

La casa de Wald estaba en el barrio portuario. Una estrecha casa de ladrillos, encalada y haciendo esquina con un callejón. Toda la zona era igual, la más occidental de la ciudad: casas de dos o tres plantas, calles adoquinadas y callejones apestosos. Del puerto, el olor a mar, pescado podrido y alquitrán caliente lo dominaba todo.

El grupo despertó al falsificador y a varios vecinos por el procedimiento de aporrear la puerta sin piedad. Ya dentro, el primer intento de interrogar al falsificador falló cuando éste se dejó caer por una salida secreta que daba a las alcantarillas. En la persecución siguiente, chapoteando en la oscuridad, tanto Sousuke como Arik y Umi se perdieron, pero Sayuki fue de oído más despierta y pies más ligeros y logró atraparlo. Tras presionarlo un poco, consiguieron que confesase que él era quien había falsificado los documentos, por encargo de Claus Bogarde.

Obtenida la información, decidieron reunirse con sus compañeros, aún en los alrededores de la casa de Himura pero, al salir, Arik vio en la ventana de la casa de enfrente el cigarrillo inconfundible de Sebàstien, el pistolero compañero de Lance. Sin pensárselo, se lo señaló a sus compañeros y echó a correr, cruzando la calle y subiendo por la pared sin aflojar el paso. Sayuki y él entraron por la ventana, encontrándose con el tirador y el telépata del grupo de Angélica, mientras Sousuke y Umi echaban la puerta abajo. El combate fue corto, pero a cara de perro, entre los muebles de la estancia. Sebàstien fue herido y reducido, tras lo cual Lance también se rindió.

Atados a las sillas que habían sobrevivido a la pelea, Arik se encargó de interrogarlos sin obtener gran cosa, mientras se reunían con ellos Akane, Clara y Nefer. Ya clareaba por oriente y el jaleo de la pelea, los cristales y la puerta rotos habían despertado a muchos vecinos. Era hora de irse de allí antes de que alguien avisara a la guardia. Pero se les había olvidado (imperdonable para una telépata como Nefer) controlar a Lance. El AWACS terrestre de Angélica había mantenido la cabeza fría y estaba en contacto con sus compañeros, que se aproximaban a paso de combate. Por fortuna, Akane los vio venir: el propio Bogarde, enfundado en su armadura negra, un enorme rubio acorazado y Emilio, el espadachín que había acompañado a Angélica al baile.

Tras breve deliberación, el grupo de Visnij decidió retirarse llevándose a sus prisioneros. Akane y Sayuki se harían cargo de Sebàstien mientras que Clara se teleportaría con Lance. Akane abrió camino, encaramándose al tejado, donde se dio de bruces con Angélica. Sousuke, en el piso de abajo, optó por cruzar la calle hasta la casa de Wald, para huir por las alcantarillas, arrastrando a Emilio en su persecución.

En el tejado, Akane logró herir a Angélica, obligándola a retroceder. Arik, que subió a su vez, dejó a Sayuki y a Umi al cargo del herido para enfrentarse también con la selene. Desde abajo, Bogarde lo vio e hizo aparecer a la criatura que llevaba atada (Aquel que golpea a los escorpiones) en el tejado. Temiendo verse envueltos en una lucha desventajosa, Arik y los demás, una vez Nefer se les hubo unido, huyeron por los tejados, bajando luego a un callejón a salvo de miradas indiscretas. Cuando Bogarde pudo subir al tejado, ya estaban lejos y, de momento, a salvo.

Entonces, Clara decidió montarla a lo grande. Su teleportar (Transporte rápido) era de corto alcance y, en lugar de «saltar» al tejado, con sus compañeros, o a la casa de Wald, con Sousuke, apareció en mitad de la calle, con Lance. Ragnar el Rubio, el primera línea del grupo de Angélica (y bastante cabreado porque hasta el momento no había tenido ocasión de lucirse), la vio y cargó contra ella, haciendo más o menos el mismo ruido que un Tiger a toda velocidad sobre una calle adoquinada.

Clara intentó teleportar al gigantesco vikingo unos cincuenta metros hacia arriba, pero no lo consiguió. Pero consiguió teleportarse a ella y a su prisionero antes de que el rubio, muy enfadado, le abriera la cabeza con el hacha. Un tercer «salto» la llevó al mismo callejón que eligieron sus compañeros para dejarse caer, despistando por fin al guerrero.

Reunido el grupo, huyeron por el callejón, buscando en las calles cercanas una entrada a las alcantarillas donde, por un momento, pudieron descansar y evaluar su situación. Tenían dos prisioneros pero estaban atrapados en las alcantarillas del puerto. El punto de reunión fijado con Valen era el templo subterráneo que habían encontrado en las nuevas alcantarillas semanas atrás, sin comunicación con el alcantarillado portuario.

Amanecía y el día prometía ser tan largo como la noche.

Bogarde

Emilio había seguido a Sousuke a casa de Wald, pero cuando entró el samurái de los Visnij había cogido ya al falsificador y huido por la salida secreta, cerrándola tras de sí. Cabreado, había vuelto a la calle a tiempo de ver a Bogarde entrar en la casa donde Sebàstien y Lance montaban guardia y de ver como la chica morena y Lance desaparecían de la calle. Echó a correr hacia allí, pasando de largo del callejón donde estaban tanto Clara como sus compañeros. Ragnar descargaba su frustración con un inocente macetón cuando llegó a su altura.

—¡Estás loco! Correr así contra un mago. ¡No tenías a Sebàstien o a Vincent! —Se le quebró un momento la voz al recordar a su compañero muerto—. ¡No tenías un tirador de apoyo! ¡Podía haberte matado!

—Intentó hacerme algo, la muy puta —Rugió, arrastrando las erres, el gigantón. Los restos del macetón llovieron por toda la manzana—. La próxima vez no se me escapa. Tenía a Lance, así Skule la devore.

En estas, Emilio se dio cuenta de toda la gente que, entre asustada y curiosa, los miraba desde las casas y los extremos de la calle, del llanto de los niños, el repicar de las campanas, los ruidos de la ciudad que se despierta. Un relámpago de pánico cruzó sus ojos, pero recuperó la compostura, puso su mejor sonrisa e hizo una exagerada reverencia rozando la pluma de su sombrero de ala ancha por el suelo.

—¡Buenos días, damas y caballeros! ¡No tienen nada que temer! Como pueden ver, hemos hecho huir a la terrible bruja. Sus hijos e hijas están a salvo de ese aborto del infierno. Nosotros somos grandes cazadores de brujos, y hemos recorrido el mundo entero persiguiendo a gente de su calaña. Trabajamos para pequeños pueblos, para la Iglesia, para el débil que no puede defenderse. Ahora debemos seguir su pista y rescatar a nuestro compañero pero, por favor, cuando llegue la Guardia digan lo que hicimos.

Terminado su improvisado discurso y entre los tímidos aplausos que despertó, el espadachín arrastró a su compañero hasta la casa de Lance y Sebàstien, de donde salía en ese momento Bogarde con Angélica en brazos. La chica tenía un vendaje empapado en sangre y las lágrimas corrían por su cara. Sin decir palabra, Ragnar se la quitó, cogiéndola amorosamente. La selene hundió la cabeza entre las trenzas y la barba del norteño.

—Primero Vincent y ahora Lance y Sebàstien. Lo siento. ¡Lo siento!

Claus Bogarde se había vuelto hacia Emilio.

—Sube y coge las armas de Sebàstien antes de que llegue la guardia. Estaban sin preparar: les debieron pillar por sorpresa cuando llegaron a la casa.

Primero Vincent en el baile y ahora el tirador y el telépata. Desde luego, no ha sido nuestra noche, pensó el espadachín mientras recogía las pistolas. Pero esto no ha terminado aquí. Lance, por tus muertos, dinos dónde estáis y dejadnos el resto.

7 comentarios para “Una larga noche

  1. No pienses que voy a cometer el mismo error dos veces, pienso tener a Lance bien vigilado y controlado para que no tenga tiempo de crear enlace mental y decir dónde están.

    Y lo siento mucho por Clara, porque por lo que a mi respecta voy a intentar que la inquisición no se fije en mi persona…

  2. Yo he estado investigando y hay una manera de que Lance no se convierta en un gps, facil y sencilla (al menos ahora que lo tenemos atado) empieza por d y acaba por ecapitación…
    Es coña!!
    Na, el finde que viene 27-28 estaré por Extremadura, por si quereis quedar.

    Dios se apiade del alma de Clara.

    PD: Pobre Manu, le duran menos los personajes…

  3. En el tejado, Akane logró herir a Angélica, obligándola a retroceder.
    Arik subía con Sayuki, convocó a Umi y la dejó al cargo del cuerpo que transportaban y fue hacia Akane para ayudarla en su combate.
    Lanzó un golpe hacia Angélica, que esta esquivo con facilidad, no por que el no pusiera empeño sino por la habilidad de la chica.
    Ella se revolvió y golpeo en las costillas al joven con su energía interna, de no ser por la innata resistencia de Arik a los golpes de ese calibre podia haberse dado por muerto. Aun así las costillas parecian habersele roto, al menos en aquel momento.
    – ¿Que te parece si quedamos el viernes? ¿A las ocho en la biblioteca? – Dijo él, que sólo habia ido a luchar para eso, pues Akane se desenvolvia mejor que él en el combate.
    – Claro, me viene bien – Dijo Ángelica mientras se defendia de Akane de nuevo
    Arik estaba paralizado por la alegria y fue Umi con un grito mental quien le despertó de su ensoñación:
    «Estan convocando algo»
    Angelica estaba acorralada y probablemente saldria mal herida o peor del encuentro, y tanto Akane como Arik se verían acorralados si la criatura se solidifcaba a su espalda.
    – ¿Y si nos damos una tregua y vamos cada uno por nuestro lado? – Dijo Arik, aunque realmente queria decir «Quiero que vivas» o preguntar «¿Puedo confiar en ti?»
    – Vale – Concedió ella, y sin esperar casi a que acabara de vocalizar, los reflejos de la samurai-ko y el convocador combatiente hicieron que se retiraran rápidamente.
    Arik escuchó un «Me estoy haciendo vieja para esto» un segundo antes de saltar del tejado y sonrió.

  4. Y el gran problema seguirá en la próxima entrega. ¿Viviremos, moriremos como brochetas vuelta y vuelta? Eso lo sabremos en la próxima entrega.

  5. Nah, es facil, tenemos a 2 rehenes suyos, asi que podemos rendirnos y que hagan un cambio de rehenes, no? Además Emil «el que dejamos vivir» y Angelica nos apoyarán… Jajajajajajaja.

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