Arturo – La muerte de Uther

Tras dormir, por fin, una noche sin temor en el refugio de Misat, Pírixis, Yaltaka y Ector buscaron transporte para volver a Britania. Su siguiente paso lo tenían bien claro: avisar al rey Uther y a Merlin. Encontrar a este se antojaba difícil, como de costumbre, pero del rey sabían que invernaba en Tintagel. Consiguieron encontrar a un pescador lo suficientemente loco (o económicamente necesitado) como para llevarles a la costa sur de Cornualles en medio de las tormentas de marzo y, lo más difícil, lograron hacer el viaje de una pieza. Ya en la isla, fue fácil conseguir monturas, a las que reventaron cruzando de lado a lado la península córnica en tiempo récord.

Ya era noche cerrada cuando, en los bosques que rodean la fortaleza, atisbaron a un caballero que corría tras una figura esquiva. Se quedaron de piedra cuando le oyeron gritar. ¡Era Uther y la figura esquiva, Merlin! Observando con atención vieron que unos pocos caballeros intentaban seguir al rey, a pie, entre los que distinguieron a lord Brastias, con sus andares engañosamente pesados. También vieron, con temor, figuras oscuras que aparecían entre las raíces y las zanjas.

—¡Emboscada! ¡Atacan al rey! —gritó lord Brastias—. ¡Proteged al rey!

Aquella orden les sacó de su ensoñación. Lord Ector y Yaltaka desmontaron, desenvainaron sus espadas e intentaron socorrer al rey. Sin embargo, el terreno fuera del camino era traicionero. La hojas muertas y la nieve ocultaban oquedades, raíces y desniveles y la tenue Luna que se filtraba por las ramas desnudas era insuficiente para iluminar el terreno pero sí para descubrirlos. Antes de que pudieran siquiera llegar a la altura de Brastias fueron interceptados por más figuras oscuras. Ya a corta distancia se dieron cuenta que nada había de sobrenatural en ellas, eran hombres con ropa oscura y la cara tiznada. Pese a su número, nada pudieron contra lord Ector y lord Usniach Yaltaka. El bardo manejaba su enorme espada como si fuera un mondadientes, cortando brazos y hendiendo cabezas. El nephilim, rápido como el viento, nunca estaba donde sus oponentes esperaban. Esquivaba sus ataques con insultante facilidad y les acuchillaba sin piedad, segándolos como si fueran meros juncos.

Así luchando lograron llegar hasta lord Brastias, el único que quedaba en pie de los caballeros, y poner en fuga a los asaltantes. Sin embargo, para Uther ya era tarde: lo encontraron en un riachuelo, acuchillado hasta la muerte. Junto a él, clavada en una roca casi hasta la empuñadura, estaba Excalibur.

El resto de la noche fue como un mal sueño. Voces quedas, ojos llorosos, el cuerpo sin vida del rey entrando en el castillo en unas improvisadas parihuelas. Brastias les contó a Ector y a Usniach Yaltaka lo sucedido: el nacimiento del hijo de Igraine, la llegada de Merlin, cómo Uther entregó al niño a Merlin, los llantos desconsolados de la madre y cómo, de improviso, Uther había salido tras el mago, sin que ningún caballero pudiera seguirlo. Rhonwyn Pírixis, consolando a la recién enviudada Ygraine, logró averiguar más: quién era el padre del niño.

En cuanto a los asaltantes, las batidas hechas durante la noche y el día siguiente descubrieron a una banda de sajones que habían desembarcado al sur de Tintagel sin ser vistos y preparaban un golpe de mano contra la fortaleza. Que una partida de reconocimiento se encontrara con el rey, solo, fue cosa del destino.

Una vez asegurados los caminos, y mientras aún se preparaban los funerales de Uther, los Guardianes partían hacia Rydychan. Muerto el Alto Rey y sin poder encontrar a Merlin, el problema de París les reclamaba. Además, precisamente por la muerte del Alto Rey, el lugar de un señor eran ahora sus dominios y eso lo tenían bien presente ambos nephilim y lord Ector.

Pírixis quedó en Wallingford, recuperándose del viaje. Fue allí donde recibió la inesperada visita de Merlin, quien le encomendó el cuidado del recién nacido Arturo, hijo de Aurelio e Igraine. Al poco nació su propio hijo, Cayo, aunque todos lo llamarían por la versión celta de su nombre, Cai. Una vez recuperada del parto, abrió sede del Carro en Wallingford, desde la que intentó ayudar en lo posible a los refugiados de París.

Por su parte, Yaltaka repartió su primavera entre cerrar lazos y firmar acuerdos de defensa mutua como monarca de Rydychan con Sauvage, Silchester y Hertford, y en ayudar en la evacuación de nephilim con el apoyo de Asgareth. A su alrededor se reunieron los supervivientes del Emperador de París y con ellos abrió sede del Arcano en Londinium.

A lo largo de la primavera se va produciendo un continuo goteo de refugiados que dispara la población nephilim de Londinium y acrecienta los problemas entre los nephilim británicos y los egipcios. La tensión fue en aumento durante el verano, aunque la ciudad sería declarada puerto franco. Para colmo de males, a finales de abril el refugio del Mago de Armórica es asaltado. Los últimos supervivientes de París y el propio Misat consiguieron llegar a Britania gracias a la ayuda de varios miembros del Arcano XIII y traían noticias desesperanzadoras. El ataque de París es considerado ya ese verano el mayor golpe desde la Retirada del Valle de los Muertos: los muertos, capturados y desaparecidos superan los dos centenares. Han muerto los responsables de los arcanos del el Empeador (Anasazi), Carro y Ahorcado (padre Juan), Fuerza (Mercandeya), Templanza (Yeron) y Sol, además de varios nephilim muy conocidos (Elías, Arconta…). El encargado de la Emperatriz, Allon, está desaparecido, pero se vio a su simulacro muerto.

El temor de todos está en la suerte de la biblioteca de la Templanza. Su destino es, en verano, aún desconocido, así como el de Adarán. Si la biblioteca ha caído en manos de los atacantes, entonces es muy posible que conozcan ya la localización de todas las sedes de los Arcanos en Europa.

La única buena noticia que se recibe en Londinium es que Dashiell (Enamorados) y Buschka (Torre) han formado un grupo de combate que, además de ayudar a los supervivientes en su huida, intentan rescatar el mayor número posible de estasis perdidas y nephilim capturados. Lo que nunca fue de dominio púbico es que este grupo trabajó conjuntamente con Quirós y otros cinco selenim del Arcano XIII, algo inaudito desde tiempos de Akhenatón.

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