Arturo – Arde París

Una vez asentado en su nuevo reino y recogida la cosecha, el siguiente paso de Yaltaka fue contactar con su Arcano, arrastrando consigo a Pírixis y a lord Ector. Asgareth les aconsejó ir a París, como centro nephilim de Occidente, y allá fueron, vía el refugio del Mago de Misat. El viaje no tuvo dificultad alguna, más allá de las propias del invierno que acababa. En París encontraron la Taberna del Sapo Verde sin dificultad, las señales estaban claras para el que supiera mirar y, además, era difícil no encontrarse un nephilim en las estrechas calles y la convirtieron en su centro de operaciones. La sala egipcia reproducía con fidelidad una taberna de Tebas muy popular en tiempos de Akhenatón y la cerveza, espesa y nutritiva, sabía igual, así que lo realmente difícil fue autoconvencerse para salir de allí.

Tras reponer fuerzas, Pírixis y Yaltaka dedicaron su tiempo a saludar a viejos conocidos y contactar con sus respectivos arcanos. En el caso del Emperador, Yaltaka tuvo suerte: se enteró de que Uzbia estaba despierto y de que esta parte del mundo le correspondía a él ahora, así que antes de caer la tarde un correo partía hacia Toledo. Pírixis, por su parte, se encontró con la habitual anarquía interna del Carro: plena libertad para abrir sede si quería. El padre Juan se daba por enterado (como sede más cercana, condición necesaria para darle legitimidad) e informaría a todos los adeptos y sedes de los alrededores.

Una vez solucionado esto, lo que les quedaba por hacer era ir de compras y recordar viejos tiempos con Dashiell y otros nephilim delante de buenos cuencos de cerveza y jarras de vino mientras el pobre Ector se buscaba la vida en otras tabernas.

Sin embargo, esa noche resultó mucho más movida de lo que todos esperaban. Dos sociedades secretas humanas llevaban meses preparando el asalto a París: los Hijos de Judas y los Caballeros Teutónicos. Los Hijos de Judas iban tras la biblioteca y hermeteca de Adarán, por supuesto como medio para conseguir el Grial. Con una eficaz red de espionaje pero nulo poder militar, se habían aliado con la joven organización teutona. Respecto a esta, en el libro básico indica que la Orden de los Caballeros Teutónicos fue fundada en 435. No indica cuál era su nombre entonces (desde luego no Caballeros Teutónicos del Hospital de Santa María de Jerusalén) pero nos podemos hacer una idea de sus orígenes. Las tribus germanas que emigraron a tierras del Imperio Romano traerían sus propias sociedades iniciáticas y sus propios pactos con nephilim locales. Estos pactos se irían a tomar viento cuando los nephilim tomaron contacto con los Arcanos y empezaron a unirse a ellos. Posiblemente los nephilim egipcios, muy romanizados, intentarían dominar a los pueblos germanos para salvar al Imperio (algo que, viendo la Historia, consiguieron durante un tiempo) y los propios nephilim germanos ayudaron, por lo que las organizaciones humanas, sintiéndose traicionadas, reaccionaron violentamente. La orden Teutona sería, en esta época, la unión de numerosas pequeñas sociedades anteriores. Disponían de numerosas armas de auricalco, proveniente de tesoros antiguos y el saqueo del moribundo Imperio, y estaban dispuestos a luchar. Los Hijos de Judas les dieron el objetivo.

Así pues, esa noche los Hijos de Judas marcaron los objetivos (todas y cada una de las sedes de los Arcanos) y unos trescientos o cuatrocientos tíos cachas, tirando a rubios, bien armados, acorazados, con abundantes armas de auricalco (el número exacto es desconocido, pero puede que seis o siete con un potencial mayor a 20 y alrededor de una veintena de armas menores) y rituales de detección y protección cayeron sobre los desprevenidos nephilim, tras colarse delante de las narices de la Torre.

Los Guardianes del Grial fueron sorprendidos, como muchos otros, en la Taberna del Sapo Verde. Por fortuna, las vías de escape no habían sido descubiertas por los humanos y, tras la sorpresa inicial, Dashiell y un puñado de valientes pudieron contener a los teutónicos en las escaleras y pasillos de entrada, permitiendo a los demás escapar por las catacumbas y subterráneos. Pírixis y Yaltaka lograron, luego, reunirse con Ector. Salir de la ciudad fue algo más complicado, las bandas teutónicas parecían estar por todas partes y tuvieron problemas con las monturas. Finalmente, fijaron un punto de encuentro y decidieron separarse: Ector y Yaltaka forzaron la salida con una carga mientras Pírixis abandonaba la ciudad por abajo, usando el conjuro de desplazamiento subterráneo.

Sin embargo, este conjuro presenta dos problemas: el primero es que la orientación es difícil. El segundo viene de las propias limitaciones del conjuro: sólo te llevas a ti. Pírixis lo descubrió por las malas cuando apareció, desnuda y sin equipo, en mitad de un bosque en plena madrugada de invierno. Por fortuna tuvo suerte y encontró pronto una cabaña con pinta de antiquísima y semioculta por la maleza. Más afortunado todavía fue comprobar que el dueño de la misma era un selenim y, ya era cosa del Destino, que se trataba de Quirós. Este le prestó a Pírixis ropa de abrigo y la guió hasta el punto de encuentro, mientras era puesto al corriente de todo lo ocurrido. Luego, regresó a París a ayudar en lo posible.

Por su parte, los Guardianes, una vez reunidos, partieron de inmediato hacia el norte, de vuelta a Britania. El viaje no fue fácil, ya que gran parte del equipo había quedado en París. Estaban faltos de monturas, dinero y provisiones, y tuvieron que evitar a las patrullas teutónicas que recorrían los principales caminos en busca de supervivientes. Finalmente, lograron llegar al refugio de Misat, quién ya estaba al tanto de lo ocurrido: un continuo goteo de supervivientes llegaba desde París.

Condiciones de victoria: la aventura de París era una de las esenciales de cara al final de la parte de Arturo. Básicamente, tenía hecha una tabla con Puntos de Victoria. Según los puntos que tuvieran al final conseguirían el Grial, tendrían que luchar por él o lo perderían irremediablemente (y posiblemente Excalibur y los objetos del Rey Pescador). La tabla la he perdido, y tampoco recuerdo todas las aventuras que contaban con Puntos de Victoria, pero en aquellas que lo recuerde lo diré.

En este caso concreto, el punto clave es la biblioteca de la Templanza cuidada por Adarán, el objetivo de los Hijos de Judas. Los jugadores debían impedir que cayera en sus manos. De hecho, tenía una tabla donde a tanto porcentaje de la biblioteca destruido, tantos puntos de victoria (76%-100% en manos de los Hijos de Judas y sería imposible evitar que el Grial cayera en sus manos, de esa me acuerdo). Por otra parte, en ningún momento se avisa a los jugadores de lo importante de esto. Es decir, debía quedar claro que la biblioteca existía y era importante, pero cuando se monta el lío en la Taberna del Sapo Verde, nadie iba a decirles a los personajes ¡eh!, la Biblioteca. Debía salir de ellos. Algo que difícilmente se iba a dar, en todo caso. Como segunda medida estaba el azar: una simple tirada de dados representando el quehacer de Adarán y los nephilim de la Templanza. En las dos veces que jugué esta parte, los jugadores no fueron, pero tuvieron suerte y más del 75% de la biblioteca fue destruida. En este caso concreto no se salvaron ni los marcapáginas.

Actualización 27 de enero de 2009: Se han cambiado varias referencias a la estación; se hacía referencia a principios de otoño cuando realmente el ataque a París sucede a finales de invierno, en marzo.

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