Nota: esta entrega me está costando horrores, así que he decidido subirla en modo telegrama, a ver si así consigo pasarla ya.
Volviendo a Jerusalén, Yaltaka y Pírixis debían cruzar el Jordán. En el vado por el que pasarían solía predicar Juan el Bautista, importante miembro de los renovadores de El Loco y en quién José de Arimatea tenía puestas grandes esperanzas. El día en que los Guardianes del Grial pasaron por allí con el Grial estaba Juan.
No estaba solo. Un desconocido Jesús de Galilea estaba con él. Los Guardianes del Grial fueron testigos de cómo Juan el Bautista lo bautizaba. No se sabe si llegaron a escuchar lo que hablaron Juan y Jesús pero, allí mismo y motu proprio entregaron el Grial a Jesús. La que organizaron con este gesto ha marcado el devenir de la Historia hasta nuestros días.
Veámoslo con más calma: primero, Juan el Bautista, el más importante de los Renovadores, introduce a Jesús en el Arcano sin número. Según las propias normas del Arcano, sólo el Consejo podía nombrar nuevos miembros y celebrar el rito de adopción. No era la primera vez que Juan lo hacía, desafiando la jerarquía del Arcano.
Segundo, los Guardianes del Grial, aquellos que salvaron el Grial tras la Retirada del Valle de los Muertos y se lo entregaron a Moisés, fundador del Arcano, aparecen en ese momento, después de estar desaparecidos durante 1300 años.
Tercero, los Guardianes traen consigo, otra vez, el Grial, símbolo del Arcano y desaparecido desde hacía 600 años.
Cuarto, entregan el Grial a un miembro del Arcano (recién nombrado, pero ya con el estelar grabado en su esencia).
Quinto, muchos miembros del Arcano llevaban años buscando al Elegido que les guiara en esta hora oscura (lo mismo pasaba con los judíos, que esperaban al Mesías).
Sexto, 1+1=2, en mi tierra.
Séptimo, siempre hay quien quiere que 1+1=3.
El resto es historia, o mejor dicho, leyenda. Jesús empezó a predicar y reunió en torno suyo a un gran número de seguidores. Tuvo 42 discípulos (10 mujeres, 12 hombres y 20 nephilim, entre los que estuvieron Yaltaka y Pírixis. Uno de los discípulos (descartado que fuera una de las mujeres) lo traicionó y lo vendió al Sanedrín. Aquí Yaltaka volvió a pasar a la historia, esta vez por su ambición.
Durante el proceso a Jesús, los dos grandes Arcanos (la Emperatriz y el Emperador) se mantuvieron al margen, sin hacer nada para salvar a Jesús. La Emperatriz tenía una gran influencia sobre Herodes (que fue usada para quitar de en medio a Juan el Bautista, en un turbio asunto aún no aclarado) y el Emperador sobre Pilatos. Ambos se lavaron las manos, quedando todo en manos del Sanedrín. El Emperador, a través de su representante, Yaltaka, controlaba más de la mitad de éste. Sin embargo, Uzbia ordenó expresamente a Yaltaka mantenerse al margen de toda decisión sobre Jesús.
Y Yaltaka, pese a que era discípulo de Jesús, antepuso sus obligaciones para con el Emperador y se mantuvo al margen (1).
Pírixis, por su parte, carecía de apoyos o recursos y no logró nada.
Jesús murió en la cruz, demostrando que no era un Nephilim y que el proyecto de fusionar un humano con un nephilim había sido un éxito.
Pírixis y Yaltaka debieron huir de nuevo con el Grial, guiados esta vez por José de Arimatea, para salvar el Grial tanto de nephilim como de humanos. Terminaron arribando a las costas de Britania, donde continuará nuestra historia.
El Arcano de El Loco cambió profundamente tras Jesús. Los más conservadores se escindieron del Arcano y siguieron con los judíos en su diáspora. El Arcano propiamente dicho superó sus límites y, como los demás, se expandió por el mundo conocido. Siguió dividido entre Renovadores y Conservadores. Estos últimos están detrás de Mahoma, mientras que los primeros fueron los artífices de los movimientos gnósticos que culminanron con el catarismo. Pero de eso, ya hablaremos.
Nos vemos en la Taberna del Sapo Verde.
(1)A raíz de unas declaraciones de Pírixis tiempo después (y por otro asunto) quedó claro para todos que Yaltaka sacrificaría a cualquiera por su propia ambición, si bien hay quienes opinaban que al único que no traicionaría sería a Ethiel… ya que sabe que éste lo sabría antes y actuaría en consecuencia. Con el paso del tiempo, todos se pusieron de acuerdo en que Yaltaka sólo traicionaría a aquellos de su mismo nivel o por encima, nunca a sus subordinados, a los que protegería a toda costa. Esto le permitió tener una horda de seguidores fanáticos, según sus enemigos.