Sir Robert no tenía donde caerse muerto. Es algo que les pasa a los hijos de los nobles, a partir de cierto número. Como él, otro muchos hijos segundones de familia más o menos pudientes, nobles y plebeyos, britanos de Bretaña, descendientes del ejército de Macsen Wledig o huidos de la presión sajona; galos, que huían de la presión franca; occitanos, hartos de visigodos, ostrogodos y godos a secas; armoricanos, que huían de la presión britana, de la franca y de las razzias sajonas; buscadores de fortuna; vengadores que querían recuperar sus tierras, o las de sus padres, o las de sus abuelos… Así hasta diez mil hombres que acudieron a la llamada de los hermanos Aurelio y Uther. Hijos del querido y primer Alto Rey de Britania, Constantin. Hermanos de Constans el Breve, al que algunos llaman el Pardillo, aquél a quien Vortigern convenció para que saliera del monasterio y tomara la corona de su padre. Tres años duró hasta que sus guardaespaldas pictos se lo pasaron por la piedra. Algunos dicen que fue el propio Vortigern el instigador; otros, que ciertas costumbres monacales no tuvieron buen predicamento entre los pictos. Sea como fuera, a Vortigern no supuso problema que muriese su rey títere: gracias a una violenta y cruel expedición de castigo más allá del Muro consiguió que lo coronaran.
Poco duró la fortuna del nuevo rey. Mejor le iba de consejero, de terror invisible. Ahora, como tirano bien visible, los señores vasallos, pasado el efecto de la muerte de Constans, le daban la espalda. Orgullosos y poderosos señores belgas, atrebates, cantiacii, parisii, icenii, trinovantes, regneses… Todas las tribus del sureste y algunas del centro. Incluso al lado de casa, los dumnonios le discutían la supremacía. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: los pictos devolvieron la visita y se colaron hasta la cocina, hasta las puertas de Glevum (Gloucester). Vortigern acudió a la única ayuda que tenía disponible, los sajones. Tropas mercenarias bajo el mando de los hermanos Hengest y Horsa. Les dio Thanet, en la punta este de Kent, la puerta de atrás de los soberbios señores del sureste, y se casó con Rowena, la hija de Hengest, a cambio de ayuda contra sus enemigos.
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