El empleado de la Era

En justicia, su nombre habría sido conocido por todos; habría dado charlas de formación y conferencias; habría sido alabado y felicitado por sus superiores y servidor de ejemplo para todos. Pero dejar en evidencia a los superiores es recompensado con el ostracismo y el olvido.

Nadie quería ese trabajo: era una de esas cosas que se hacen por tradición pero en la que nadie cree. Además, nunca salía bien. Sólo se hacía porque las viejas cabezas que dirigían aquella empresa creían en el romanticismo de la idea y en las viejas y enraizadas tradiciones.

Nadie quería comerse ese marrón, que fue de mano en mano, de superior a subordinado, hasta llegar al último mono. Si en aquella época hubiera habido becarios, sin duda, le habría tocado a uno.

Así pues, nuestro currito suspiró y se puso en marcha: se desesperó buscando información sobre la tarea que le aguardaba; preparó un plan de acción, lió el petate y se fue, sin mucha confianza en que le pagaran las dietas.

Y, contra todo pronóstico, tuvo éxito.

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Carrusel bloguero de juegos de rol: Campañas legendarias – La tela de las parcas

En todos estos años he jugado pocas campañas oficiales. He estado a punto de dirigir alguna, como la de El guardián oscuro de Star Wars (proyecto que abandoné porque requería demasiado esfuerzo para convertirla en algo jugable) o la enorme Gran Campaña de Pendragón. La gran campaña épica e inolvidable (y también incompleta) que he dirigido ha sido propia, pero incluí en ella la única campaña publicada de Nephilim en castellano (y vuelvo a decir que es una lástima, pues hubo varias y con muy buena pinta): Selenim. Del libro en sí hablé ya en su día. Hoy, aprovechando el Carrusel Bloguero de este mes de enero, voy a centrarme en la campaña que ocupa el último tercio del libro.

La tela de las Parcas es una campaña épica de 66 páginas planteada para personajes novatos. Una de las combinaciones más difíciles que hay para hilvanar una campaña creíble ante los jugadores (tema del que ya hablé en su día y al que volveré próximamente). Tristan Lhomme se las apaña para presentarnos uno de los mejores ejemplos de cómo llevar a un grupo de personajes novatos y meterlos en trama… para horror de sus jugadores.

Partimos del punto inicial que se nos ha ido narrando en el libro: una poderosa organización, el Culto a Lilith, que busca regir sobre toda la sociedad selenim. Y otra venida a menos, el Arcano XIII, derrotada y dominada por el Culto desde la Edad Media. Y los planes ocultos de unos y otros.

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El rey Madog

Tras la muerte del rey Arturo y la ruptura del Pacto del Dragón, la Britania mágica se desvaneció en cuestión de décadas. A la vez que se veían desprovistos de su mundo, los nephilim británicos hubieron de hacer frente a la invasión sajona y, lo que fue mucho peor, a una guerra secreta sólo comparable en su virulencia a la caída de Akhenatón y la Retirada del Valle de los Muertos. Los seis orgullosos reyes nephilim, llamados a ser la esperanza de su pueblo, sufrieron dispar suerte con un final similar: la desaparición de sus reinos de la Historia.

El rey Klingsor, muy debilitado después de su enfrentamiento con la Doncella de Hielo, no aguantó la merma de poder que supuso el fin del Encantamiento de Britania y se disipó con su reino. El Rey Pescador desapareció en los Yermos, con sus tierras y vasallos. El rey Balor, de los fomorianos, lo tuvo más fácil: sus tierras estaban más próximas a Irlanda que a Britania, así que pudo atarlas con fuerza al Otro Lado irlandés y así salvarlas. Tan grande fue el esfuerzo que hizo que permanece en letargo desde entonces.

Los reyes sobre los hombres, Custennin, señor de Celyddon, y Malahaut, tampoco resistieron por mucho tiempo. El primero se desvaneció un día. Hay quien dice que, anciano como era, alcanzó el agartha. Otros, que dejó estas tierras muertas en busca de un nuevo destino. Los menos, que corrió la misma suerte que Malahaut, terminar sus días como homúnculo de los Hijos de Judas.

Madog, el orgulloso rey del Bosque Salvaje, señor de Este y del Otro Lado, con sus vasallos humanos y nephilim, resistió. Usaron poderosos sortilegios y rituales y el constante sacrificio de sus almas para mantener la poderosa capital del reino como faro para todos los de su raza. Pero las bajas se convirtieron en una constante sangría imposible de parar. Hasta los Cinco Hermanos cayeron y no quedaron suficientes nephilim para mantener abierta la ciudad.

Si por el rey hubiera sido, hubiera buscado la muerte en la batalla. Pero había hecho una promesa a la Doncella de Hielo: debía proteger y guardar Excalibur hasta que llegara el momento. Por eso dijo adiós a sus tierras y se retiró a Irlanda. Allí vivió como un ermitaño, amargado, huyendo de él mismo. Las razzias vikingas y su amor por la batalla apaciguarían algo su espíritu y, cuando los Guardianes del Grial acudieron en busca de Excalibur, el viejo rey se dejaba ver en los salones de los Dé Danann.

Como si la espada fuera el ancla que lo ataba a este mundo, Madog desapareció después de aquello. Hay quien dice que se reunió con los grandes reyes, con Custennin, con Arturo, con el Rey Pescador, esperando en Avalon que alguien forje de nuevo el Pacto del Dragón y renazca el Reino del Verano. Hay quien dice que su espíritu, marchito, se dejó arrastrar por las corrientes de ka y vaga eternamente buscando su reino perdido. Y no faltan las voces que afirman haberlo visto, solo o en compañía de míticos nephilim como el León Verde.

Más respuestas que preguntas

Es difícil aceptar que el Dios que creías haber inventado te inventó a ti antes. Es difícil saber si los Guardianes del Grial y Menxar aceptaron las revelaciones de los manuscritos hallados en el Telar tal cual, esto es, que los nephilim eran ángeles condenados a un purgatorio terrenal por no haber elegido bando en su día, o lo consideraron leyendas y mitología que no debían creerse al pie de la letra. Sea como fuera, lo cierto es que, por primera vez desde que a Menxar le saliera la extraña marca, habían obtenido más respuestas que preguntas.

Había habido una antigua guerra. Como en tantas ocasiones, se hablaba de la milagrosa vuelta de los grandes caudillos en tiempos de dificultad. Esto último, por imposible que pareciera, tenía toda la pinta de ser verdad porque Menxar era uno de esos paladines reencarnados: Et el tercero será reconocido por cua sepan mirar. También identificaron sin problemas una de las armas. La espada cua corta el acero como si manteca fuera forjada por Gofannon era sin duda Excalibur, que Pírixis dejó bajo la protección de la Doncella de Hielo allá por la década de 540. El nombre cortado de ‘estos lo identificaron como Hefestos sin problemas. La naturaleza de la lanza era más dudosa: podía ser la que vieron en el Castillo del Gozo, podía ser la de Longinos, podía ser que ambas fueran la misma y podía no ser ninguna de las dos. Lo mismo pasaba con los otros dos paladines: muchas conjeturas, ninguna prueba. Pero, con todo, era mucho más de lo que tenían antes. Era algo sólido.

El siguiente paso llevaba a las Islas Británicas. No sólo por la nota del muerto: recuperar Excalibur, quizás hablar con Gofannon, buscar en la biblioteca de la Doncella de Hielo… La parte que menos gustaba a Pírixis era volver a tratar con los excéntricos Dé Danann. Delante de ellos se abría un camino extraño. Detrás, la pista del Grial alcanzaba temperaturas árticas. En medio, la muerte de unos compañeros apenas llorada.

Poco podía yo imaginar el camino que cogería esta historia.

Los Tejedores del Destino

Los Tejedores del Destino era una sociedad secreta de nephilim que, de la mano de Dios, se formó tras la Guerra contra Caos para vigilar las Cinco Puertas de su prisión. Son los únicos nephilim que saben que son ángeles exiliados. Se han movido siempre en la sombra, sin hacerse notar, estableciendo puestos de vigilancia, camuflados como templos o monasterios, cerca de las Puertas y evitando el contacto con el resto de los nephilim y, por supuesto, con los humanos. Aun así, y dado que los días pasan lentamente cuando lo único por hacer es vigilar una puerta cerrada, pronto comenzaron a acumular conocimientos, llegando a juntar en el Telar posiblemente la mayor biblioteca ocultista. En solitario o por parejas, algunos tejedores recorrían el mundo buscando artefactos y conocimiento sobre Caos y trayendo, además, libros de los más afamados ocultistas y magos.

Según las épocas los tejedores se hicieron adorar por los humanos como dioses, o como sacerdotes o monjes en sus templos milagrosos y oráculos, teniendo siempre comunidades humanas, más o menos aisladas, cerca de sus centros. Además, alcanzaron gran maestría en el arte del tejido: vestidos, tapices, etc. Hechos según técnicas que sólo ellos conoces, ayudados por conjuros especiales. Con estos tejidos compraban lo que necesitaban a los humanos, llegando algunos vestidos o tapices a los palacios de grandes reyes de la antigüedad.

Sin embargo, ocurrió que uno de los diez heraldos de Caos no fue aprisionado al final de la Guerra, sino que en el caos de la lucha consiguió escapar. Tardó siglos en recuperarse de las graves heridas sufridas, encontrándose solo y sin saber la suerte corrida por Caos. Poco a poco consiguió averiguar la historia y buscó a los tejedores como único camino para encontrar las Cinco Puertas. Tras siglos de búsqueda, hace unos trescientos años encontró el Telar, reunió a una fuerza de efectos-Dragón y atacó por sorpresa, eliminando a todos los tejedores. Sin embargo, éstos consiguieron resistir lo suficiente, dando tiempo a los bibliotecarios a destruir la Gran Biblioteca. Así, el heraldo de Caos no pudo averiguar dónde están las otras puertas ni cómo reconocer a los paladines, ni siquiera que éstos aparecerán de nuevo con la vuelta de Caos. Enfadado, lanzó sobre el sitio una gran maldición: ningún tejedor que volviese al Telar saldría de él vivo. Así, los tejedores que vigilaban las Puertas y que, al no tener noticias del Telar, volvieron al hogar, quedaron aprisionados en cristales mágicos, murieron y la Orden de los Tejedores se extinguió.

Do los mu grands gerreros

Do los mu grands gerreros, do las suas armas, do la sua volta et la volta do Caos

Un anjel, un demon et un anjel cua non est anjel fueron elejidos para luçar contra Caos et los más grands ferreros do la Atlántida ficieron tres armas para ellos: Gofannon fizo una mu poderosa espada cua corta el acero como si manteca fuera cua fue enpunyada po(…)festos fizo una grand lanza do grand poder et un solo golpe do es(…)la suas feridas nunca curaban, et ésta fue la sua arma del d(…)zo un mu fermoso escudo cua paraba tut danyo et tut ferida cont(…) et fízola suya el anjel cua non est anjel. Et con estas tres armas los tres gerreros levantaron una mu grand hoste de anjels, demons, anjel cua non son anjels et dioses et luçaron contra Caos et le vençeron.

Después las tres grands armas perdiéronse en la Historia. Et la espada fue do Nuada et do Avallach. Et fue espada do reies, espada do justiça et do paz.

Et la lanza fue do Lugh et do CuChulainn, pero luego fue demona et con mucha maldad et trajo grand pena al mundo.

Et el escudo perdíose por senpre, hasta que llege cua deba enpunyarlo. Et este mu grand gerrero deberá buscar a cua lo forjara et preguntarle dó mora el escudo et ansí sabrá dó buscarlo.

Cuando Caos sea livre, los mu grands gerreros cua fueron serán do novo. Et uno será un rei que fue rei antes. Et otro será fili do hombre, morto et resucitado. Et el tercero será reconocido por cua sepan mirar.

Pero nos non sabemos cua est luz, cua oscuridad et cua gris. Non sabemos cua est gerrero do Dios, cua do Lucifer et cua do anjels cua non son anjels. Porque non tiene por força que ser anjel el gerrero do Dios, ni demon el do Lucifer, ni anjel cua non est anjel el gerrero gris.

Moraleja: cuidado con el mechero si queréis quemar un poco de un folio para ocultar una palabra. Puede que se pierda más de lo esperado inicialmente. Las frases cortadas por el «bujero» decían: Gofannon fizo una mu poderosa espada cua corta el acero como si manteca fuera cua fue enpunyada por el anjel; Hefestos fizo una grand lanza do grand poder et un solo golpe do esta lanza era mortal o la suas feridas nunca curaban, et ésta fue la sua arma del demon; et [esto me lo callo] fizo un mu fermoso escudo cua paraba tut danyo et tut ferida contra su duenyo, et fízola suya el anjel cua non est anjel.

No he vuelto a preparar material así desde esta aventura. La verdad es que lo echo de menos, pero no he tenido desde entonces una campaña donde me lo pida el cuerpo

Do como el mundo fue creado

Do como el mundo fue creado et como Caos quiso destruirlo

Et Iahve, femeroso do una noba bolta do Caos terminara con tut, fizo la sua corte. Pero la su mano dereiça qeiço ser Él et con él une terço do anjels levantóse contra Iahve et enfrentóse en mu cruel luça contra Miguel et otro terço do anjels, hasta que fueron bencidos et ecsilados al Inferno. Pero Iahve, ca grand enfado, tornóse contra el terço do angels cua no fabíanle alludado en la mu cruel luça contra Lucifer, cua tanpoco alludaron a Lucifer, et los echó dol Çelo et los desteró a la Tierra, do biben sin recordar el suo tenpo como anjels et hasta non ser Iluminados non podrán volver con Iahve.

Et suscedió que unos destos anjels cua fueron Iluminados non quiseron volver con Dios et deçideron quedarse en la Tierra et fueron dioses et otros seres de mu grand poder, adorados por los hombres et queridos por los angels cua non son anjels.

Pero ocurrió cua Caos fue livre do novo, et la Creación era amenaçada, et Iahve era débil por la mu cruel luça et non podía luçar contra Caos. Entonces los anjels, los demons et los anjels cua non son anjels elijeron cada uno un mu grand gerrero cua llevara a los sullos a la luça. Et los más grands armeros entre los dioses fiçeron tres mu poderosas armas para estos grands gerreros. Et tuts unidos, anjels, demons et anjels cua non son anjels, luçaron contra Caos et sus hostes et le derrotaron et aprisionaron. Acavada la grand luça, Caos et sus hostes fueron ecsilados a una mu grand priçón et esta mu grand priçón est cerrada por las Cinco Puertas do Inferno, por el mundo repartidas. Et nos, los guardianes, cua soms anjels cua non son anjels, vijilamos que Caos non sea otra vez livre.

El Telar: el templo y la biblioteca

El edificio que se levantaba tras el convento, pegado a él y comunicado por dos pequeñas puertas que daban al claustro, aparentaba ser un lugar de culto. Un cruce entre templo romano e iglesia cristiana, de planta rectangular y con varias capillas y salas laterales. La sensación de terreno sagrado del lugar era casi palpable y los efectos-dragón salvajes lo evitaban.

Los Guardianes del Grial no estaban de visita turística, así que no se fijaron en los bancos del Coro de los Hermanos ni en los del Coro de los Padres, ni en el pequeño almacén semioculto que había junto a la entrada y tampoco le prestaron mucha atención al enorme telar que presidía el templo. Sí se fijaron en las cuatro estatuas que, a modo de columnas, flanqueaban la puerta principal: un bello ser andrógino de cara angelical armado con una espada; una hermosa joven de largos cabellos que embraza un escudo; un hercúleo hombre barbado de cara maligna que empuña una lanza; y un viejo de larga barba con una gran llave en la mano. Los tres primeros tenían cada uno una capilla dedicada en el interior, mientras que el viejo quedaba a la izquierda del telar, delante de una gran losa negra.

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El Telar: el convento

La abadía del Telar se levantaba al final de una pequeña meseta que parecía haber sido cultivada en la antigüedad, pero en la que sólo había ahora hierba baja y cardos: una auténtica fortaleza pentagonal de piedra negra. De cerca, sus imponentes muros se veían agrietados, con plantas abriéndose paso aquí y allá. Un par de las garitas que coronaban cada vértice, sobre lo que debieron ser hermosos escudos representando los ka-elementos, se habían venido abajo y los goznes de los portones de la puerta principal, al sur, hacía tiempo que se habían declarado vencidos.

El interior estaba lleno de escombros, restos de cobertizos y otras construcciones menores. Entre ellos tropezaron con diverso número de esqueletos, en mejor o peor estado, con restos de ropas y armas… Pero lo verdaderamente preocupante eran los bloques cristalinos de cerca de dos metros de altura que salpicaban el patio como si fueran setas en temporada. Sus ocupantes, incorruptos, mostraban diversas metamorfosis más o menos avanzadas, pero en visión-ka no pudieron encontrar rastros de los nephilim que los habitaron. Tampoco quedaba nada de ka-sol en esos cuerpos, a los ojos de Pírixis.

Quedaban en pie tres edificios. El más cercano a ellos tenía un piso y era de planta cuadrada, sin ventanas. Detrás de él se veían los tejados de otra edificación mientras que el tercero, a cierta distancia, parecía ignorado por el tiempo: una imponente mole negra de tres plantas.

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El Telar: el viaje

Lo que contó Vndyrwynd

Poco antes, o después, o incluso durante la caída de la Atlántida, Caos, el principio destructor, quedó libre, amenazando todo el Universo. Pero tres Paladines elegidos, portando tres Armas forjadas ex-profeso por los mejores herreros y armeros de la Atlántida, le salieron al paso al frente de un gran ejército unido formado por los Elegidos, los Desposeídos y los Malditos, y Caos fue derrotado y encarcelado. Su cárcel está cerrada por cinco puertas, las conocidas como Puertas del Infierno.

Tras la guerra se formó una sociedad secreta nephilim que quedó encargada de velar las Cinco Puertas. Fueron llamados los Tejedores del Destino, se han movido siempre en las sombras y jamás se ha conocido a ninguno. Para no levantar sospechas entre los habitantes cercanos a las Puertas vivían como eremitas o monjes en edificaciones cercanas a la Puerta pero apartadas y aisladas. Estos… «conventos» dependían de una sede central, en donde se encontraba el Telar, sea lo que sea eso. Sería como una abadía, apartada del mundo, donde los Tejedores serían adiestrados y vigilarían que ninguna de las Puertas fuera abierta.

¿Dónde está ese Telar? Nadie lo sabe. Nadie cree en su existencia, para empezar. Pero con los documentos que he podido reunir con los siglos y la información que me proporcionasteis, he logrado recomponer un vago camino que parte de la Puerta de la Torre Negra, que creo es la que encontrasteis, hasta una Montaña de la Garra del Dragón.

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