Cuadros para una exposición I

El equipo de la incursión en la casa de Lothard volvió a Hong Kua por el camino largo, rodeando las dos islas, obligado si no querían pasar justo delante de la fortaleza. A consecuencia de esto, no supieron de la muerte de Lothard y sus hombres hasta que llegaron a puerto, y llegaron más de una semana después que las noticias. Semana de uñas en casa Visnij, sin saber qué había pasado ni qué había hecho el grupo. Y en la ciudad, un rumor se dejaba oír, insistente: los Visnij habían matado a Lothard porque aquel les chantajeaba. Cuando Lioness Saver y el resto se presentaron ante Goran, la situación era peor: alguien había descubierto que Hideki se veía con la dama Heiko y ahora en los mentideros se hablaba de su misteriosa muerte y de dónde habría sacado dinero para estar con la geisha.

La semana fue dura para los Visnij, con los rumores in crescendo y el grupo de Saver vino con las manos vacías, sin respuestas, sin una pista que seguir. ¿Eran rumores naturales o alguien los había plantado? Si ese alguien existía y era quien estaba detrás de todo, Goran se temía que terminara saliendo a la luz la presencia de agentes suyos cerca de las posesiones de Lothard la noche del incendio y masacre. Se encontraba en una situación muy delicada, a remolque de quienquiera que fuese el responsable de todo aquello.

Por eso decidió contarle la situación al meister Akio Takeshi, gobernador de Hong Kua y uno de los hombres más poderosos dentro de la Asociación de Mercaderes que dirige el principado de Phaion, confiando en ganarse su apoyo. La familia Visnij no tenía un trato especialmente estrecho con la familia Takeshi y había habido algunos roces durante el caso Giraldo, unos meses atrás, pero Goran confiaba en la honorabilidad del viejo Akio, así que había mandado un emisario solicitando una entrevista privada durante la inauguración de una exposición de pintura.

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Halcón de Jade

Las estribaciones de la Meseta de Somer que forman la frontera norte de Phaion con Dwänholf y Moth forman un laberinto montañoso de difícil acceso: picos no muy altos pero escarpados, estrechos desfiladeros y valles escondidos. Sus minas de hierro son la principal riqueza de la región y suministran el hierro necesario para las armas y buques del principado. Por lo mismo, son muy codiciadas por los señores locales de Dwänholf. El bandidaje es común, tanto en forma de grupos independientes como unidades mercenarias bien equipadas. La presencia militar es importante, con puestos en todos los pueblos y torres y castillos en las montañas. Las tropas suelen ser infantería y caballería ligera, con unidades de caballería pesada en las fortalezas mayores.

Durante siglos la fortaleza principal ha sido Caer Dubh, una gran mole de piedra negra sobre el Pico del Águila y edificada sobre los restos de una fortaleza anterior a la Guerra de Dios. Una unidad de caballería de élite, los Halcones, fue la encargada de proteger la frontera durante siglos. En ella tradicionalmente servían los hijos secundones de las mejores familias de Phaion y de otros lugares del Imperio, que llegaban en busca de fortuna. Con el paso del tiempo, en el fértil valle que se abría bajo el Pico del Águila, floreció una población de cierta importancia que compartía el nombre del castillo. Su población se formó inicialmente de veteranos del castillo, de pastores seminómadas de las montañas y de habitantes de aldeas saqueadas por bandidos.

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Sólo yo podía matarte

Dos tumbas solitarias resguardadas junto a una gran roca. Las lápidas habían sido talladas de dos fragmentos arrancados a la roca. Formas toscas, nombres distintos, el mismo estilete tallado a un lado. El aire limpio; el sol, radiante; el águila, planeando; las negras ruinas de Caer Dubh al otro extremo del valle, muertas y vacías: un paisaje melancólico, un extraño sitio para dos tumbas, allí arriba, solas.

La joven, con los cabellos rubio ceniza al viento, depositó un ramo de flores que había ido recogiendo durante toda la mañana, durante la subida al pico, en la más vieja de las tumbas, junto al doble ramo de su compañero, un gigantesco hombre de hirsuta cabellera y pobladísima barba que, envuelto en sus pieles de oso, sollozaba en silencio unos pasos atrás. Estuvo un momento en silencio, con los ojos cerrados y la mano en el pecho, antes de hacer una respetuosa reverencia. Luego, se dirigió a la segunda tumba y dejó sobre ella una flor.

Después de unos instantes en silencio, empezó a rascarse la cicatriz del brazo derecho por encima del abrigo de piel de gamo. Y siguió rascando, más fuerte, mientras las mejillas se le arrebolaban y en sus claros ojos brillaba un relámpago colérico. Sin poder controlarse, la emprendió a patadas con el montículo de la tumba, apenas cubierto por la corta hierba de principios del verano.

—¡Tenía que haberte matado yo! ¿Me oyes, maldita sea? ¡Tenía que ser yo quien te matara! ¡Tenía que devolverte lo del brazo!

Sin fuerzas, cayó de rodillas, apoyando la cabeza sobre la lápida. Estaba cálida.

—¡No podías morirte así, desgraciada! ¡Maldita seas por siempre! ¡No a sus manos! —La joven estaba ya hecha un ovillo, sobre la tumba, con la espalda y el cuello contra la lápida. Las lágrimas caían sobre la flor, olvidada ahora—. ¡Solo por las mías…! Solo por mi mano, Diaratyh. Sólo yo podía matarte…

Amiga mía

Visitando a Lothard

La familia Lothard era una familia de comerciantes de Phaion con grandes tierras en las islas del sur. Se dedicaban al tráfico marítimo, tanto legal como ilegal. Por sus posesiones y posición dentro de la Asociación de Mercaderes de Eien estaba algo por debajo de la familia Visnij. El nombre de Lothard era el que aparecía en los documentos de Kuma, el prestamista. Los primeros intentos de Goran de obtener información habían fracasado, así que había decidido intentar algo más directo e ilegal: la ya clásica incursión nocturna™. El problema principal es que el propio Lothard, sus despachos, papeles y, en definitiva, todo, estaba en la fortaleza que la familia tenía en sus posesiones insulares.

Para solventar este pequeño problema, se formó un comando con la doble función de intrusión y apoyo, que se harían pasar por una adinerada familia de vacaciones, alojándose en un lujoso complejo hotelero en la otra isla, a escasas horas de la fortaleza. El grupo de intrusión estaba formado por nuestros conocidos Arik y Akane, pero no pudieron contar con Matt, que había dejado la vida de aventurero a favor de su progresión en la SARC, la sociedad secreta a la que pertenecía. Su baja fue cubierta por Clara, una exuberante y algo alocada chica que venía recomendada por Rika, la pitonisa aficionada, ex-selene y amiga (kouhai, si me permitís usar el término) de la madre de Goran. También se unió al grupo la menuda Soi Fong, la shinobi personal de Goran. Como apoyo iban Lioness Saver y Reqd Iz. Saver, pelirrojo de mediana edad, bajo y fornido, era un veterano de los Irregulares de Caer Dubh que se había convertido, en los últimos meses, en el segundo comandante de los Hombres de Visnij. Iz, el gigantesco hombre oso, era su compañero desde hacía unos tres años y, siempre que podían, trabajaban juntos.

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Consecuencias de una palabra dicha a destiempo

—Lo quiero muerto.

La dama Heiko, la geisha más famosa de todo Phaion, se había quitado todos los maquillajes, afeites, los ricos kimonos y la ilusión que la protegía. Vestida con un sencillo kimono hecho a medida y que resaltaba sus alas de súcubo, servía sake a su compañera, una hermosa joven de cabellos rubio ceniza recogidos en un improvisado moño y bajo cuyo coqueto vestido de corte shivatense de raja lateral casi indecente se veía unos cómodos pantalones y unas botas de caña alta.

—Es un bocazas, zafio, patán… Me ha insultado… Lo quiero muerto —Repitió.

—La culpa es tuya. Tú eres quien se busca tíos de baja condición para divertirte con ellos, y también para alimentarte de ellos. Ahora no te quejes.

—Angélica, mátalo. ¡Lo quiero muerto! ¡Te pagaré el doble de lo habitual!

La joven apoyó la barbilla sobre su rodilla y miró, divertida, a la súcubo. Luego, negó con la cabeza.

—No es problema de dinero. Es un perro de los Visnij, y Goran protege a los suyos. Si voy a por uno de sus mercenarios sin una buena razón, y esta no lo es, ni Rika podría salvarme. Sin embargo —Hizo una pausa y sonrió, enseñando el colmillo derecho, con un brillo de acero en sus claros ojos—, sin embargo… Si me encuentro con él otra vez en el campo de batalla, lo mataré por ti y te traeré su cabeza.

Ánima: El códice maldito

Estaban gozando nuestros aguerridos mercenarios de un merecido descanso, entrenando unos, estudiando otros, recuperándose de las heridas aquél, cuando un joven con gafas y un ataque terminal de acné juvenil se presentó en casa Visnij preguntando por Matt, el pequeño mago. El muchacho era un corax, el adepto de menor grado de la orden a la que pertenece Matt, y era un mensajero del pater Aethel, el sylvain que dirige la logia de Hong Kua. Catherine, una prometedora joven que había sido traída a la ciudad por Matt, tras la extraña aventura de la isla de Corvinus, y que había entrado en la Orden bajo su padrinazgo, había faltado a las clases de la mañana. Una rápida comprobación indicó que tampoco había pasado la noche en su habitación. Aethel, sabiendo la relación de amistad que unía a ambos jóvenes había mandado al mensajero, no fuera que la chica hubiera pasado la noche con el pequeño mago.

Matt no sabía nada de la joven desde que se separó de ella después de las clases de la tarde, así que con Arik, que estaba cotilleando cerca y también conocía a Catherine, fueron al edificio de la Orden, un frío internado para huérfanos y jóvenes díscolos de fachada, un frío internado para prometedores magos en el interior, preocupados por lo que pudiera haberle ocurrido. El primer intento de cotillear en su dormitorio o interrogar a sus compañeras fue frustrado por la guarda del dormitorio femenino. En el segundo, con permiso expreso de Aethel, encontraron una hoja de papel arrugada y caída tras la mesa con dirección apuntada y que faltaban las ropas habituales de Catherine, empezando por su abrigo.

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Cuentos viejos: el cúmulo

Este en realidad no es un cuento viejo, ya que es continuación de esta aventura. Pero, como dije entonces, merece tener su propia entrada. La samurái Akane, la ex-sacerdotisa guerrera Nefer y el mago Matt, con Umi, la pintora de almas, como apoyo, habían ido a casa del prestamista paranoico Kuma en busca de ciertas pruebas. Era de madrugada y tenían unas dos horas hasta que empezase a clarear. La casa estaba rodeada de una alta tapia iluminada con garitas en las esquinas que les impedía ver el interior, aunque ese pequeño problema fue solventado por Matt, que levitó en plan globo cautivo de la Gran Guerra, localizando puertas traseras, zonas desprotegidas, etc. De haber querido montar una guerra, podría haber dirigido las habilidades piroquinéticas (ese inmolar) de Nefer con una efectividad aterradora.

Elegida la zona de entrada, Akane eliminó al centinela de un certero flechazo (el curare ayudó), treparon a la garita y de ahí pasaron al patio. Nefer quedó, con la pintora de almas, de apoyo artillero, inteligencia (en el sentido militar del término) y centro de comunicaciones, mientras Akane y el mago montaban la incursión. Dentro de la casa, el fino oído de Matt y la detección de ki de la samurái les permitieron localizar a las dos docenas de guardias que roncaban arriba, al centinela que también roncaba arriba, a los otros tantos sirvientes que dormían abajo y a la pareja ocupada en escarceos nocturnos, arriba al fondo (a la mujer, a la concubina y a la hija de Kuma no, porque estaban durmiendo arriba, al fondo y solas). El talento, fruto del duro entrenamiento y estudio, de Matt para localizar pequeñas fuentes mágicas les guió a un lugar indeterminado tras una recia puerta cerrada, justo delante del único centinela del interior de la casa. El centinela, que, como se ha dicho, roncaba en su silla, fue eliminado diestramente por Akane, pero la puerta, con su cerradura de alta seguridad, se le resistió.
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El traidor

Este fin de semana por fin arrancamos con la campaña de Ánima que en la que estreno grupo de jugadores nuevos. Tras jugar la partida de la pantalla con algunos de ellos y una corta partida introductoria (estaba malo), la del sábado fue la primera partida «de trama» en la que, además, estuvieron dos de mis jugadoras habituales, Pírixis y Menxar. Teníamos ese día a la peculiar samurái Akane (tecnicista, nivel 1), a la ex-sacerdotisa guerrera estigia Nefer (guerrero mentalista, nivel 1), al mujeriego y primera línea del grupo Arik (guerrero conjurador, nivel 2, nephilim deva), con su pintora de almas, Umi, y el misterioso Matt (mago, nivel 2, nephilim d’anjayni).

La familia Visnij es una importante familia de comerciantes de Phaion. El heredero y sobrino del actual cabeza de familia, Goran, ha ido formando un aguerrido grupo de mercenarios al mando de Kanbei, un veterano samurái que sirvió a las órdenes de su padre. Los pjs forman parte de este grupo de mercenarios, alguno de salida, otros contratados tras un ajetreado viaje en uno de los barcos de Visnij donde demostraron su valía. Precisamente el ataque a este barco, un transporte semiclandestino con una carga de cañones de mano, pólvora y munición en sus bodegas, es el desencadenante de esta historia.

Goran temía que hubiera un traidor en su organización que esté pasando rutas de sus buques a los piratas, así que hizo una lista de posibles sospechosos y puso a su gente a investigar. A Akane le tocó en suerte Hideki Hashimoto, un secretario importante dentro de la sección naval de la familia Visnij. Akane se llevó consigo a los compañeros que encontró ociosos, todos experimentados hombres (y mujeres) de acción enfrentados a la difícil labor del investigador.

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