Este domingo pasado dirigí, por primera vez un una buena cantidad de años, a Nephilim. Una urgencia veterinaria de uno de mis gatos dio al traste con lo planeado: tuvimos que cancelar la partida, luego conseguimos reunirnos los suficientes (por los pelos), pero no me dio tiempo a preparar los personajes ni ciertas pistas (esto dio igual, ni se acercaron por allí). El resultado dista mucho de poder considerarlo «bueno», con los dados dando por saco y los jugadores y el máster un tanto anquilosados y rígidos frente al sistema.
Con todo, fue divertido y me reencontré con un viejo amigo, con sus cosas buenas (como el concepto, la cábala o la sencillez del sistema) y sus cosas malas (como el sistema de habilidades, la brujería y los problemas intrínsecos de todo BRP). Con el Runequest 6 en la mano, dan ganas de meter mano al sistema y tunearlo. Lo que ya no me apetece tanto es preparar partidas de Nephilim. Fue la del domingo una aventura ligera y sin grandes pretensiones y, aun así, noté en exceso la falta de documentación. Es el precio a pagar para disfrutar del juego, un precio que, hoy por hoy, me resulta demasiado caro.
Pero escuchar otra vez «Habilidad de los justos», «Manto de agua», «Los querubines de la exasperación y la confusión» hacen que quiera volver a la época de las Cruzadas y contar una historia de templarios, asesinos, teutónicos y nephilim.
Es que no estaba yo para liarla ;-P. Cuantos recuerdos…
No, si precisamente liarla la liamos parda. Nos acordamos mucho de tí, llegamos a usar tus dos dados y todo 😉