Guardianes del Grial – Prólogo II (De las Guerras Elementales a los Grandes Pactos)

Las Guerras Elementales.

El meteorito estaba atiborrado de auricalco. Provocó, como decía, que la Tierra sufriera también el influjo de Saturno, antes demasiado lejano, al tenderse un puente entre el auricalco del meteorito y el propio campo mágico de Saturno. También cambió todo el equilibrio mágico sobre la Tierra, no tan violentamente como lo hizo el estallido de la Luna Negra, pero de forma más definitiva. Para terminar, el meteorito provocó un cataclismo que hundió la Atlántida.

Con la caída de la Atlántida comenzó la rebelión de los humanos. Con los conocimientos adquiridos de Prometeo y por observación directa, aprendieron a forjar armas de auricalco con las que podían matar a los kaïm. En el caos del éxodo que supuso el hundimiento de la Atlántida comenzaron las Guerras Elementales y supuso el fin de los kaïm.

Los kaïm eran, no lo olvidemos, criaturas elementales sin cuerpo físico. La llegada del auricalco debilitó los campos mágicos planetarios de forma que ahora los kaïm no podían desplazarse e interactuar con el mundo físico fuera de las corrientes de los campos mágicos. Por algún motivo que aún no se ha podido explicar, los kaïm tampoco podían usar las corrientes mágicas para acceder a los distintos planos sutiles, salvo por poco tiempo y sólo en aquellos ligados a un nexus. Así pues, tras la llegada del auricalco los kaïm se encontraron con que apenas podían moverse por el mundo físico pero tampoco podían hacer como otras criaturas elementales y abandonarlo. Si a eso añadimos que la presencia de auricalco alrededor de la Atlántida tuvo que ser grande, obtenemos un problema realmente complejo.

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